Cospedal, durante el discurso de Rajoy en el Congreso. / E. Naranjo (Efe)
ESCÁNDALO EN GÉNOVA

Tres secretarios contra un tesorero

Cospedal, Arenas y Cascos se enfrentan de forma muy diferente al mal trago de pasar por la Audiencia Nacional para responder por las acusaciones de Bárcenas

MADRID Actualizado: Guardar
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Luis Bárcenas ha llevado a María Dolores de Cospedal, Francisco Álvarez-Cascos y Javier Arenas a pasar por uno de los peores tragos de su carrera política. La número 2 del PP y dos de sus antecesores -nadie lo duda- van a desmentir punto por punto en la Audiencia Nacional las gravísimas acusaciones que contra el PP, y contra ellos mismos, ha lanzado el hombre que controló sus cuentas durante dos décadas. Pero habrá más. Este martes y este miércoles, cuando el termómetro se acerque a los 40 grados en el tribunal de la calle Prim, en el juzgado de Pablo Ruz se jugará una calurosa partida de ajedrez en la que los tres testigos moverán pieza de manera muy diferente.

Cascos, Arenas y Cospedal, en realidad, solo comparten el ser o haber sido secretarios generales del partido. Sus relaciones con Bárcenas -admiten en el propio PP- son o han sido muy diferentes y las acusaciones que deben rebatir, aunque acudan como testigos, también.

Javier Arenas: El más próximo

El exministro fue el número 2 del partido entre 1999 y 2003, un período que toca de lleno los 'papeles de Bárcenas' y en el que, según el imputado, los secretarios generales eran los que dirigían los pagos en B a la cúpula, llegando, incluso, a fijar la cantidad exacta que debía entregarse a cada cual.

La actual relación de Javier Arenas con el extesorero, con quien compartía vacaciones en Marbella y partidos de pádel en la Costa del Sol, no está clara. No obstante, hasta la caída en desgracia de Luis Bárcenas con la llegada de la comisión rogatoria helvética que descubrió su fabulosa fortuna, Javier Arenas era una de las personas en el PP que más intensos vínculos tenía con el ya exmiembro del partido e imputado. Fue el actual senador andaluz quien, según relató Bárcenas, intervino para que el exgerente siguiera teniendo despacho en Génova a pesar de abandonar el partido.

Es más, fue el que le recomendó que cogiera un despacho en la planta tercera de la sede para que los dos estuvieran cerca. O el que -siempre de acuerdo con la declaración del imputado- en diciembre de 2012, a punto de descubrirse sus cuentas en Suiza, acordó con Bárcenas en el restaurante Oriza de Sevilla que definitivamente dejaría de cobrar del PP. O el que estuvo presente en la tensísima reunión con Rajoy cuando el extesorero cesante en 2010 poco menos que pidió la cabeza de Cospedal.

Durante las cinco horas en las que Bárcenas estuvo repartiendo mandobles a diestro y siniestro durante su declaración del 15 de julio, apenas apuntó contra Arenas.

Sí dijo -no obstante- que fue el político andaluz el que le recomendó que en marzo de 2010, cuando estaba cerrando la caja B para dejar la tesorería, que le diera los 4.900 euros sobrantes a Mariano Rajoy. Y sí que relató que Arenas fue el beneficiario de unas salidas de su libro de contabilidad manuscrito en las que se recogen pagos en B por «compensaciones» de la Renta de 1993.

En realidad para el exministro son más delicados los asientos contables que las palabras del extesorero. Los 'papeles de Bárcenas' presentan a Javier Arenas como uno de los dirigentes populares más beneficiados por esos supuestos sobresueldos en negro, con un importe que superaría los 210.000 euros.

Francisco Álvarez-Cascos: La gran incógnita

La posición de Álvarez-Cascos en este proceso es, a su vez, totalmente diferente a la de los otros dos testigos. Partiendo de la base de que ya ni siquiera pertenece al PP, por lo que, en principio, las consecuencias que para el partido tenga la investigación sobre las supuestas irregularidades contables en el seno de la formación le importarían ya poco. Y en cualquier caso, todas las irregulares que le imputa Bárcenas, ya sea directamente a él o como dirigente del partido, están prescritas.

El sentido de su declaración, sobre todo por lo que respecta al funcionamiento interno del PP, es una auténtica incógnita en la calle Génova, donde las relaciones cordiales con el exministro terminaron hace mucho tiempo. Su testimonio, sin duda, es el que más preocupa en el Partido Popular.

Tampoco se sabe mucho de la relación que Álvarez Cascos tuvo en su día con Luis Bárcenas o si la mantuvo en los últimos años, cosa improbable. Lo único cierto es que el extesorero casi no le mencionó durante su declaración, a pesar de que el expresidente asturiano estuvo al frente de la Secretaría General del PP entre 1989 y 1999, el periodo más largo que nadie haya ocupado ese puesto.

Esos son años plagados de apuntes en los que el político asturiano aparece en un papel, el de recaudador de donaciones irregulares, que no jugaron ni Arenas ni Cospedal. Siempre según Bárcenas y sus manuscritos, Álvarez-Cascos entregó a la caja B seis partidas de dinero por valor de 47 millones de pesetas que, a su vez, empresarios anónimos le habían dado a él. Como Arenas, su predecesor también aparece en los asientos como uno de los mayores perceptores de sobresueldos en B, con cerca de 412.000 euros.

Al final, cada uno de los tres secretarios se enfrentará, a su modo, a las acusaciones del extesorero. Desde la animadversión más profunda de Cospedal, a la proximidad de Arenas, pasando por las incógnitas de Álvarez-Cascos. El campo de batalla ya está listo y las hostilidades se desatarán el 13 y el 14 de agosto.

Dolores de Cospedal: Odio mutuo

Sin duda -y esto también lo reconocen en la calle Génova- la que más ganas tenía de presentarse ante Ruz era la actuaL presidenta castellano-manchega. No es de extrañar. Las 109 páginas de declaración judicial de Luis Bárcenas el pasado 15 de julio en la Audiencia Nacional rezuman un odio indisimulado contra Cospedal.

Aunque Ruz ha llamado a declarar a los tres, en principio, solo para aclarar el tema de las donaciones irregulares y la existencia de una contabilidad B, la número 2 quiere responder de acusaciones tan graves como haber aceptado sobres con 40.000 euros de la propia mano de Bárcenas en los despachos del Senado o como la de haber pedido ayudas económicas en 2007 para el PP manchego y sus campañas electorales a empresarios a los que se adjudicaron contratos en Toledo.

La relación en los últimos años, tras la imputación de Bárcenas, era nefasta, hasta el punto de que el exsenador, según relató el mismo a Pablo Ruz, en marzo de 2010 amenazó ante el propio Mariano Rajoy con destruir su carrera política si Dolores de Cospedal no dejaba de «intoxicar» a la prensa en contra de él.

En ese escenario de guerra abierta, lo de que la secretaria general tuviera que dar la cara para explicar aquello del «finiquito en diferido» -cuando se conoció el pasado febrero que el extesorero había seguido cobrando un sueldo del PP en secreto- le supo «peor que tragar una botella de aceite de ricino», confiesan en el partido. Aunque ella misma y Mariano Rajoy, según contó el imputado a Ruz, estuvo en todo momento al tanto de la existencia de ese acuerdo bajo cuerda para mantener en nómina al extesorero, a pesar de volver a estar encausado.

Cospedal fue la que soltó amarras más rápido cuando Bárcenas se convirtió en un 'apestado' al saberse en enero que el imputado tenía en Suiza 22 millones de euros (que luego llegarían a 48,2). Y fue la primera que, casi rompiendo la disciplina de partido, interpuso una demanda personal contra Luis Bárcenas cuando a finales de ese enero 'El País' publicó la ya famosa contabilidad B manuscrita, en la que se incluían dos apuntes en el 2008 con su nombre de 7.500 euros al trimestre. La número 2 del PP amplió la demanda cuando Bárcenas en sede judicial le acusó de haber aceptado nuevos cobros en negro.

La presidenta castellana, la que menos de los tres secretarios coincidió con Luis Bárcenas en Génova, será la que previsiblemente dirija los ataques más virulentos contra el imputado. Según coinciden todas las fuentes judiciales consultadas, poco o muy poco va a poder aclarar sobre los veinte años de supuesta contabilidad paralela que aparecen en los 'papeles de Bárcenas' y que precisamente terminan en 2008, cuando ella se hizo cargo de la Secretaria General del PP.