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El Ejército egipcio retrasa su plan de desmantelar las acampadas islamistas
Miles de afines a Mursi se manifestaron en El Cairo para exigir la restitución del exmandatario, que pasará otros quince días bajo prisión preventiva
EL CAIRO. Actualizado: GuardarEl temor a un baño de sangre diluyó la decisión del Ejército egipcio de desalojar ayer las acampadas islamistas. Mientras los militares retrocedían en su intención de desmantelar las plazas ocupadas por los seguidores del depuesto presidente Mohamed Mursi, miles de partidarios de los Hermanos Musulmanes exhibieron músculo con una nutrida manifestación por las calles de El Cairo. La marcha -convocada por la Coalición Nacional de Defensa de la Legitimidad, a la que pertenecen varios grupos, entre ellos la Cofradía- partió hacia la zona de Rabaa al-Adawiya, en donde se concentra la mayoría de los fieles que exigen el regreso al poder del exmandatario.
Las Fuerzas Armadas se han reservado cuándo entrarían en los bastiones islamistas. De acuerdo con las informaciones de una fuente militar, se elegirá el momento en que haya el menor número de personas en las plazas Rabaa al-Adawiya y Nahda. El plan consiste en un cerco policial que se irá estrechando gradualmente. En ese sentido, las autoridades pretenden que los manifestantes evacuen poco a poco ambos lugares, al tiempo que se prohíbe la entrada de más personas y alimentos.
En el interior de la acampada, entretanto, hay dispuestos montones de piedras a los lados, formados con adoquines arrancados de las aceras, listos para ser arrojados en caso de una irrupción de los militares. El blindaje se completa con el trabajo de voluntarios que piden la documentación y registran a quien quiere entrar. Previamente, franquean las barreras de alambres de espino y sacos de tierra colocados hace unos diez días para defenderse de un eventual ataque de las fuerzas de seguridad.
La tensión que se ha apoderado de Egipto sumó ayer un nuevo ingrediente al ordenar la Justicia renovar por otros quince días la detención preventiva de Mursi, retenido por los militares en un lugar desconocido desde el golpe de Estado del 3 de julio. La medida cautelar fue prolongada para investigar las acusaciones de supuestos vínculos con el grupo palestino Hamás para perpetrar «acciones enemigas contra el país», además de otros cargos.