Sociedad

Bono se convierte en un chico malo

Una biografía de próxima aparición en España desmonta el mito del rockero como ejemplo de filantropía y solidaridad

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Bono, el líder de U2, ¿es un héroe o un mercachifle de ideas trucadas? Harry Browne, un escritor y periodista que ha estudiado a fondo su vida y trayectoria, lo tiene claro: el cantante, en su faceta de filántropo, se ha dedicado antes que nada a «besar el culo a ricos y poderosos». Browne cree que no hay que ver a Bono como un gurú y sobre todo no se le puede tomar muy en serio. ¿Qué se puede pensar de un hombre que un día se reúne con los mandatarios del G8 y al siguiente litiga con su expeluquero para recuperar un sombrero? La nada amable biografía que Browne ha escrito sobre el vocalista es mordaz e inmisericorde con Paul Hewson, alias Bono. El periodista arguye que, como abogado de los pobres, Bono se ha aliado con la élite occidental y neoliberal, hasta el punto de que «ha hecho más daño que bien». Este hombre, que ha convertido las gafas de sol en una seña de su identidad, es un exponente del «filantrocapitalismo» y no ha tenido el menor rubor en erigirse en portavoz y brindar la coartada moral para que los postulados de George Bush, Condoleezza Rice, Bill Gates, Steve Jobs o Jesse Helms -el ya fallecido senador republicano y pilar fundamental del conservadurismo más recalcitrante- hicieran más digeribles sus postulados.

Qué duda cabe de que gracias a Bono se han recaudado ingentes cantidades de dinero para obras de caridad, pero él se ha rascado poco su propio bolsillo. De acuerdo con el autor de 'Bono: En el nombre del poder', que publicará en España a mediados de octubre la editorial Sexto Piso, la estrella del rock es un hombre rico, cuya fortuna asciende a más de 500 millones de dólares. Bono adora la ropa de diseño, los buenos vinos, los coches de lujo y no hace ascos a la evasión fiscal. Durante muchos años los miembros de U2 mantuvieron su residencia en Irlanda. Pero cuando cambiaron las tornas y se modificó un régimen tributario que mimaba a los artistas, todos los componentes de U2 trasladaron su domicilio fiscal a Ámsterdam, donde los derechos de autor eran gravados con un exiguo 5%, un privilegiado trato impositivo del que también disfrutaron los Rolling Stones.

Ejemplo digno de estudio

U2 es una de las pocas bandas de rock cuya trayectoria se estudia como ejemplo en las escuelas de negocios. Algunas veces el prurito moral del cantante llega ser insoportable. Mientras el grupo ocultaba a la hacienda pública sus ingresos, el rockero abanderaba una campaña para que los Estados dedicaran el 0,7% de su PIB a los países pobres.

La ingeniería fiscal es capaz de hacer obras alambicadas. Lo saben bien en el grupo de Bono. La sociedad U2 Ltd. logró pagar al fisco apenas 16.500 euros en el ejercicio fiscal de 2010, temporada en que la banda estuvo inmersa en la gira 360º, que batió todos los récords de recaudación en la historia del rock.

Bono no tiene empacho en frecuentar la compañía y colaborar con hombres que contribuyeron a la invasión de Irak, como Tony Blair y Paul Wolfowitz, a quienes el autor tilda de «criminales de guerra» por alentar el infundio de las armas de destrucción masiva para derrocar a Sadam Husein.

Aunque ha descollado en su lucha contra el sida en África, el cantante forjó alianzas con extraños compañeros de cama. No en vano, persuadió a George W. Bush y a la extrema derecha religiosa para sufragar la compra masiva de antirretrovirales. Sin embargo, su compromiso para luchar contra la pandemia contaba con la presencia de Randall Tobias, un funcionario de Bush que exigió que un tercio de los fondos se destinaran a iniciativas para fomentar la abstinencia y fidelidad sexual.

El rockero ha apadrinado proyectos solidarios a favor de África, como los conciertos Live8, que apenas sirvieron de algo para los habitantes del continente pero que reportaron jugosos beneficios a publicitarios a Blair y Bush. Por añadidura, Bono ayudó a que la élite empresarial limpiara su imagen. Según Browne, los compañeros de viaje de Bono estaban movidos por intereses espurios. Ahí estaba Nestlé, que «explotó la epidemia», según algunos activistas, para vender productos sustitutorios de la leche materna a las mujeres infectadas por el VIH. También figuraba Rio Tinto, la corporación minera más grande del mundo y muchas veces condenada por atentar contra los derechos humanos y el medio ambiente; así como BAE Systems, «el mayor fabricante de armas de Gran Bretaña».