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El sarampión irrumpe en el cinturón bíblico holandés
Una epidemia contagia a un millar de niños por la negativa de sus padres a vacunarles debido a sus creencias religiosas
BRUSELAS. Actualizado: GuardarHolanda se enfrenta a una epidemia de sarampión que ya ha afectado a casi un millar de niños desde su estallido a finales de mayo. Los menores, la mayoría de entre 4 y 12 años, pertenecen a familias ultraconservadoras que rechazan vacunarles por sus creencias religiosas. El brote se concentra en el cinturón bíblico holandés, una franja que atraviesa todo el país y en la que todavía puede verse a mujeres portando vestidos tradicionales como prueba de su rechazo a la sociedad moderna. El calvinismo tiene un fortísimo arraigo en la región y contrasta con la imagen liberal de Ámsterdam, pionera en los matrimonios homosexuales y el aborto.
Las últimas cifras difundidas por el Instituto Nacional de Salud Pública revelan que desde mayo 921 pacientes han contraído el sarampión. Solo en la última semana, el número de nuevos casos se ha disparado a 147 con 21 niños hospitalizados. Las autoridades holandesas temen que la magnitud de la epidemia sea mucho mayor porque muchas familias ultraconservadoras no informan si uno de sus hijos se ha contagiado. Según las previsiones oficiales, la enfermedad seguirá expandiéndose hasta el otoño y el número de afectados podría llegar hasta los 3.300. Si los pronósticos se cumplen, el brote alcanzará proporciones muy similares al de hace 13 años. Entonces, tres menores perdieron la vida.
Contra Dios
El cinturón bíblico holandés cruza el país de Este a Oeste por su parte central. Al parecer, los primeros casos se detectaron en escuelas calvinistas de la zona y el contagio ha sido imposible de detener porque la mayoría de los niños no están vacunados. Sus padres evitan el tratamiento preventivo al considerar que va contra la voluntad de Dios. Distintos expertos locales sostienen que las profundas raíces religiosas de la región se remontan a la larga guerra con España por el control de Flandes que finalizó en 1648. En esa época, se promovió la llegada de familias protestantes ortodoxas a toda la línea del frente para contener el avance del catolicismo.
La ciudad de Staphorst, ubicada a noventa minutos en coche de Ámsterdam, está considerada la capital del cinturón bíblico. Allí, alrededor de un millar de mujeres todavía se visten como sus abuelas con largos trajes tradicionales. En verano, la vestimenta completa suma hasta 12 prendas, entre ellas mandil, chal y sombrero. La costumbre retrocede cada año, pero el uso del pantalón no se ha generalizado por su respeto a las sociedades de antaño. Las estadísticas también indican que muchas casas carecen de televisión y que la tasa de fecundidad es una de las mayores de Europa. Pese a estas peculiaridades, la eclosión digital ha hecho mella e Internet se abre paso con fuerza entre los vecinos.
Staphorst se aleja mucho de la imagen de los pueblos de los Amish norteamericanos, pero las austeridad domina las calles. El número de restaurantes es reducido y los domingos, día en que las familias acuden dos veces a misa, está todo completamente cerrado. En los últimos años, la prensa holandesa ha constatado el desembarco de parejas de lesbianas que buscaban refugio en el cinturón bíblico. La razón de su llegada se explica por los ataques sufridos en las grandes ciudades del país a consecuencia de las tensiones raciales. En el plano político, también se han registrado algunos movimientos hacia partidos vinculados a valores religiosos.