¿MIEDO?

El futbolero puede tener 'miedo' a un descenso. A la desaparición, a la ruina, a la pérdida de valores, al vacío. Pero nunca a un rival. Porque ese es el primer paso en falso que conduce al abismo, que seduce y llama irremisiblemente a la derrota.

Nunca he comprendido a esos aficionados de Madrid o Barça que cruzan los dedos en sorteos de 'Champions' para que no les toquen Milan o Chelsea, sin comprender que los 'cocos' son ellos. A esos seguidores de La Roja que celebran caer en un grupo de clasificación con Islas Feroe y Azerbaiyán.

Ahora me encuentro con cadistas a los que, después de loar a su nuevo plantel y presumir de fichajes, le tiemblan las canillas cuando ven aparecer en el horizonte a Albacete, Guadalajara o Cartagena. ¿Qué esperan? ¿Ganarse un ascenso jugando sólo con El Palo, Arroyo o Écija? Y después en un hipotético 'play off' tras pasearse por un pírrico Grupo IV, ¿llorarán si toca el Oviedo, el Nàstic o alguna otra 'fiera'? Si es así, ¿no sería mejor quedarse en casa viendo una peli romántica y almibarada de Meg Ryan o Julia Roberts?

Cuanto más fuerte sea el grupo, mejor le vendrá al Cádiz para competir desde el inicio y no hacer el ridículo después, como hace dos años. Y para los que afirman que es mejor que sea fácil para quedar primero, apuntar que muchos campeones (entre ellos ese mismo Cádiz) se quedaron con la miel en los labios al toparse finalmente con la realidad de la Segunda B. Saltar al campo acomplejado, temeroso, dubitativo, es salir con el 0-1 en el marcador. Y lo que es más grave: el Cádiz dispondrá de uno de los presupuestos más altos de la categoría (sino el que más) y el mayor respaldo social. Y hay quien teme a un Albacete en estado crítico, a un Cartagena que ha reducido su inversión a la mitad y a un Guadalajara que deberá reponerse del mazazo del descenso, y que tampoco tiene una urgencia histórica. ¿Respeto? A todos. ¿Miedo? A nadie.