En agosto
Actualizado:Rajoy, Rubalcaba, Bárcenas. La televisión hecha humo. El incendio no se apaga. El barco se hunde. El Fondo Monetario Internacional aprieta nuestras tuercas a quince mil kilómetros de distancia. Mientras, en agosto los días son más cortos, pero el sol aprieta de lo lindo. Aquí, en un rincón del sur del sur, la simpleza hemos logrado convertirla en nuestra razón de ser. El empleo es una utopía, la molécula del átomo no nos interesa, ni tampoco la investigación, el desarrollo, eso tan moderno del I+D+I.
Eso sí, somos campeones en ganarnos el puesto en la playa a primera hora, en discutir sobre la extraña tercera equipación del Cádiz Club de Fútbol, en pelearnos por comparsas del Carnaval.
Lo siento. Mi concepto de la política está de capa caída. Y del gaditanismo también. Siento que la civilización más antigua de Occidente no se revuelve en sus sillones en este mes de agosto, no sale a la calle, no toma las fronteras.
Mientras Rajoy, Rubalcaba y Bárcenas copan informativos nacionales, nosotros seguimos con nuestras cuitas, con nuestros problemas, con nuestros complejos y nuestras penas.
Cádiz es una provincia maravillosa, pero malograda, castigada, cercenada. Tenemos potencial para creer, pero no creemos en nada. Tenemos capacidad para salir, pero nos empeñamos en ser graciosos, en cantar bien, en maquearnos por las mañanas y broncearnos hasta parecer más cubanos que los negritos de La Habana que cantaba Carlos Cano.
Rajoy, Rubalcaba y Bárcenas. Cada uno a lo suyo. Y nosotros a lo nuestro. A lamentarnos, a pedir limosna y carga de trabajo pero sin pasarnos de la raya. A movilizarnos tras pancartas con siglas que ya no significan nada. A hacer vídeos reivindicativos desde el anonimato, no vaya a ser que nos partan la cara.
El espíritu del gaditano chirría por los cuatro costados. En pleno agosto no mola, lo dejaremos para septiembre. Total. La culpa de como estamos es de Rajoy. Y de Rubalcaba. Y de Bárcenas...