Presagio cierto y verdadero
Actualizado:Nouriel Roubini presagió en 2010 un crecimiento anémico y por debajo de la tendencia durante años, debido al proceso de desapalancamiento de los hogares, de la deuda pública y del sector financiero. También advirtió sobre problemas que afectan a un gran número de países en occidente, pero sobre todo uno que en España es especialmente virulento, el problema de la competitividad. Y apostilló, relacionando crisis y competitividad, que no saldremos de aquella, en tanto no se restablezca esta. Hizo especial hincapié en las distintas alternativas para restablecer la competitividad: 1º. Debilitamiento de la paridad del euro, asemejándola a la del dólar; 2º. Drástica y rápida reducción de los costes laborales unitarios y 3º. Reducción generalizada de los precios, de todos, en torno al 30%.
Pero los presagios no sólo fueron cosa de Roubini. Con anterioridad a éste, Paul Krugman que sin ser profeta, sí que se ha erigido en gurú admirado por la izquierda española, se refería a ellos, en su artículo publicado en The New York Time, Pain in Spain, dolor en España. Vivimos en un mundo globalizado, la competencia como fundamento de la economía de mercado, ha traspasado todas las fronteras y adopta una dimensión mundial. Competimos todos contra todos. Sólo los más competitivos, son los que se hacen con el mercado. Debemos reflexionar sobre la aplicación del concepto en nuestro país, considerando la situación en la que nos encontramos, de auténtica emergencia nacional. Por lo tanto, el objetivo prioritario de cualquier programa de gobierno sobre política económica, debiera consistir en adoptar coordinadamente todas las medidas que impulsen el concepto. La pertenencia de España a la Zona Euro impide realizar políticas monetarias propias, no pudiendo por lo tanto optar por la devaluación de la moneda y ajustar de esa forma nuestro poder de compra con el extranjero. Por lo tanto sólo nos queda una posibilidad cierta y real, la reducción de la masa salarial para hacer más competitiva nuestra economía, amén de realizar todas las reformas para que resuelvan para siempre todas las carencias estructurales que nos hacen especialmente vulnerables ante los vaivenes de los ciclos económicos.
Ahora en pleno período estival, el FMI vuelve a insistir en lo mismo. En España debiera bajar todavía el 10% la masa salarial, bajar las cotizaciones sociales el 1,75% y compensar esta bajada para que cuadren las cuentas públicas, volviendo a subir el IVA. Todo ello para que el crecimiento incipiente que se augura arrastre un real crecimiento del empleo, que sitúe la tasa de paro en torno al 19% en 2018. El FMI reclama mayor ‘competencia’ en la economía. Ello sólo es posible si los sindicatos y patronal más representativos acceden a ello. Como va a ser que no, ya que están condicionados por sus representados, al Gobierno sólo le queda retirar esa condición, que es un mero concepto legal, útil en un momento histórico determinado, el de la Transición política, pero hoy carente de sentido, sobre todo si nos atenemos a los efectos de sus conductas en torno a la resolución de la crisis que padecemos. Sólo un ejemplo. El convenio de empresa es el instrumento fundamental para todo ello, al que se oponen en el fondo unos y otros.