Trabajadores municipales limpian los restos de un coche-bomba, en Barsora. :: REUTERS
MUNDO

Irak revive los días oscuros del conflicto sectario

El país sufre desde marzo un repunte de la violencia, con cifras de víctimas mortales que no se registraban desde hace cinco años

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Diez años después de la invasión liderada por Estados Unidos Irak sigue desangrándose. La herida interna abierta entre las dos grandes sectas del islam ha devuelto al país «a las puertas de la guerra sectaria», advirtió el Ministerio de Interior iraquí al valorar el balance de un mes de julio que dejó 1.057 muertos y 2.326 heridos, según la ONU. El repunte de violencia empezó en marzo, con el aniversario de la invasión, y las cifras actuales no se registraban desde abril de 2008.

La mayor parte de los ataques tienen como objetivo a las fuerzas de seguridad y a la población chií -representa entre el 60% y el 65% de los iraquíes- y llevan la firma del Estado Islámico de Irak, brazo de Al-Qaida en el país árabe que a comienzos de marzo alertó de su intención de lanzar una «lluvia de atentados» contra el Gobierno de Nuri al-Maliki, primer ministro chií, al que acusan de favorecer los intereses de su secta. «No veíamos unos números así desde hace cinco años, tras la guerra civil. Hago una llamada urgente a los líderes políticos para adoptar las medidas necesarias para detener el baño de sangre y prevenir la vuelta a los días oscuros del conflicto sectario», pidió Gyorgy Busztin, representante del organismo internacional en Bagdad.

Las apelaciones a la reconciliación entre ambas partes no tienen efectos prácticos sobre el terreno y el nuevo Irak postSadam es un país dividido entre chiíes, suníes -secta que ocupó los cargos de poder durante el régimen baasista de Sadam- y kurdos, cuya región autónoma se ha convertido en una de las zonas más prósperas y seguras del país. A la hora de buscar los motivos del auge de la violencia y la oleada de atentados, especialmente localizados en Bagdad con 238 muertos en julio, analistas consultados con amplia experiencia en el país apuntan a la «mala gestión de las protestas antiMaliki que estallaron a comienzos de año y al empeoramiento de la crisis en la vecina Siria».

Protestas suníes

La provincia de Al-Anbar, fronteriza con Siria y de mayoría suní, es el epicentro de un movimiento de protesta que estalló en diciembre y cuyas demandas principales son: libertad de los presos políticos, igualdad en el acceso a cargos públicos y justicia. La comunidad suní denuncia la persecución a sus líderes políticos, a los que «bajo la acusación de apoyar el terrorismo realizan juicios farsa y les condenan a muerte. Por eso no tienen más remedio que escapar. Es una purga contra los altos cargos de nuestra secta», señalaba a este enviado especial Abed Diab al-Yali, exministro de Educación, en una reciente entrevista mantenida en Bagdad. El exvicepresidente Tarek al-Hashemi permanece refugiado en Turquía desde diciembre de 2011 y el ex ministro de Economía Rafi al-Isawi no sale de Al-Anbar, donde lidera las protestas semanales tras la oración del viernes.

El país permanece políticamente estancado desde las elecciones de 2010 y no parece que la próxima cita con las urnas, el año próximo, vaya a solucionar el problema. Los partidos son incapaces de tender puentes y el único sector que avanza es el del petróleo, aunque con una gestión marcada por la corrupción. Irak podría convertirse pronto en el segundo exportador mundial, pero pese a nadar en oro negro los recursos no llegan a una sociedad en la que más de siete millones de personas viven bajo el umbral de la pobreza, según datos de la ONU.

En Irak no pierden detalle de lo que ocurre en la vecina Siria y muchos piensan que «en cuanto terminen con El-Asad será el turno de Irak. La división parece imparable y el apoyo de Catar y Arabia Saudí a la oposición es decisivo para la inestabilidad. En el fondo a ellos no les interesa un Irak unido y tranquilo que pueda erigirse en el segundo productor mundial de petróleo», lamenta un diplomático europeo con dilatada experiencia en la región.

En marzo, el Estado Islámico de Irak anunció que el Frente Al-Nusra es su «extensión» en Siria y el grupo juró «fidelidad» públicamente a la red terrorista. Una unión que marcó un punto de inflexión en la crisis siria y que mostró la nueva hoja de ruta de una insurgencia que no conoce fronteras y aspira a instaurar un emirato en toda la región.