Decenas de islamistas protestan en una calle de El Cairo por el derrocamiento de Mursi. :: F. NURELDINE / AFP
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Obama abandona a los islamistas egipcios

Los seguidores de Mursi se lanzan de nuevo a las calles de El Cairo mientras la Casa Blanca legitima el golpe de Estado

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El Cairo volvió a vivir un viernes de movilizaciones masivas por parte de los detractores del golpe de Estado, que desafiaron las advertencias de las fuerzas de seguridad y se echaron a las calles en señal de protesta. El riesgo de un nuevo baño de sangre hizo recular al Ministerio de Interior que, según la televisión estatal, decidió aparcar momentáneamente la idea de un desalojo violento «lo antes posible» de las acampadas de Rabaa al-Adawiya y la Universidad de El Cairo. En su lugar, apostó por el bloqueo progresivo de estas plazas donde se mantienen protestas desde hace un mes.

El Ejército también pareció cambiar de idea y tras más de 200 muertos -la mayoría seguidores de los Hermanos Musulmanes-, aseguró que apostará por «la vía pacífica» para acabar con las sentadas. Los dos últimos gestos de las autoridades, en opinión del diario 'Al-Ahram', forman parte de la «negociación secreta» entre militares y la Cofradía para evitar más pérdidas de vidas en las calles y que daría paso a un final progresivo de las protestas a cambio de la liberación de los líderes del grupo islamista encarcelados.

La violencia, no obstante, volvió a hacer acto de presencia a raíz del llamamiento de los islamistas a manifestarse cerca de sedes militares y de seguridad de El Cairo tras la ruptura de ayuno del ramadán. La Alianza de Defensa de la Legitimidad, que agrupa a las fuerzas políticas que rechazan el golpe de Estado, instaron a manifestarse frente al cuartel de la Guardia Republicana y las sedes de la Seguridad Nacional y la jefatura de las Fuerzas Armadas. Además de decidir que se levante una nueva acampada en la plaza Al-Maskan del barrio de Heliopolis, en el noreste de El Cairo, pidieron continuar con las movilizaciones junto a la Ciudad de la Producción Cinematográfica, donde ayer se registraron enfrentamientos con la Policía.

A la ira por el derrocamiento de Mohamed Mursi, los manifestantes sumaron la indignación por el posicionamiento oficial de Estados Unidos que, un mes después de que el general Abdul Fatah el -Sisi acabara con el mandato del primer presidente democrático del país, aclaró que lo ocurrido en el país árabe es una «restauración de la democracia por parte de los militares». Estas fueron las palabras pronunciadas a última hora del jueves por el secretario de Estado, John Kerry, en su viaje a oficial a Pakistán, que definieron el lado por el que apuesta la Administración de Barack Obama tras semanas de dudas.

«Millones y millones de personas pidieron al Ejército intervenir. Todos tenían miedo de hundirse en el caos y la violencia», apuntó Kerry en referencia a las manifestaciones del 30 de junio en una rueda de prensa en la que la crisis egipcia eclipsó los ataques con aviones no tripulados que el Pentágono sigue realizando en suelo paquistaní. La ofensiva diplomática norteamericana se completó con el segundo viaje del subsecretario de Estado, William Burns, a El Cairo para reunirse con las autoridades interinas y la salida del país de la hasta ahora embajadora, Anne Patterson, a la que los partidarios del golpe acusaban de favorecer los intereses de los Hermanos Musulmanes. Obama quiere que Patterson sea la nueva responsable de la oficina estadounidense de todo Oriente Próximo.

La opciones de la UE

La Unión Europea sigue la línea marcada por Estados Unidos desde el comienzo y Bernardino León, representante especial de la UE para el Mediterráneo Sur, evitó durante su estancia en Egipto hablar de 'golpe de Estado' y se limitó a definir la situación como «muy complicada» y llamar al diálogo. Las opciones de mediación por parte de Bruselas, cuya alta representante de la Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Catherine Ashton, se entrevistó esta semana con Mohamed Mursi, se reducen con el paso de los días. Los manifestantes pro Mursi acusan a los Veintiocho de limitarse a pedir el final de las protestas sin exigir nada a cambio a las autoridades interinas.

«¿Acaso el secretario de Estado Kerry aceptaría que el secretario de Defensa Hagel destituyera a Obama si se registraban importantes manifestaciones en Estados Unidos?», respondió Gehad el-Hadad, portavoz de los Hermanos Musulmanes antes de aclarar que «no esperamos nada de Estados Unidos», país al que calificó de «cómplice del golpe de Estado militar». En un comunicado, El-Hadad denunció que «esa retórica es muy alarmante» y que el pueblo norteamericano debería rechazar ese Gobierno que «traiciona sus valores y respalda la tiranía y la dictadura».

La postura de El-Hadad la fundamentan algunos analistas en la prohibición legal de la Administración estadounidense de apoyar económicamente a un Gobierno que ha llegado al poder tras un golpe militar, un reconocimiento que supondría cortar la ayuda anual que destina al Ejército egipcio, valorada en 1.300 millones de dólares (978 millones de euros al cambio). La Hermandad lidera las protestas que piden la liberación de Mursi y su restauración al frente de la presidencia del país y hasta el momento sólo ha aceptado la negociación con condiciones previas y con la intermediación de la Unión Europea con las nuevas autoridades.