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Rajoy prepara su versión del 'caso Bárcenas' entre el temor del PP a nuevas revelaciones
Los populares asumen que la comparecencia del jefe del Ejecutivo difícilmente taponará la herida causada por el extesorero
Actualizado: GuardarEl día que Mariano Rajoy creía poder evitar a fuerza de resistir una presión que otros considerarían insoportable ya está aquí. El presidente del Gobierno se subirá mañana a la tribuna del Parlamento para tratar de disipar las dudas sembradas por Luis Bárcenas sobre su honorabilidad y la del partido en el que ha desarrollado toda su carrera política. Lo hará arrastrado y cuando ya muchos creen, tanto dentro como fuera del PP, que sus palabras pueden servir de poco. «Ojalá pudiéramos decir lo contrario -admite con resignación un cargo institucional de la formación que apoya al Ejecutivo-, pero esto no se acaba aquí».
En Presidencia del Gobierno siempre aseguraron que Rajoy hablaría tarde o temprano ante el pleno del Congreso pero defendían su derecho a hacerlo cuando lo considerara oportuno. Tras esa afirmación estaba el ánimo de esperar a que aflorara toda la «porquería». Había que garantizar que el extesorero -que ha acusado a Rajoy de cobrar en negro del partido aun siendo ministro- se quedaba sin munición. Pero esa garantía no existe. El jefe del Ejecutivo acabó claudicando a la exigencia, también internacional, de explicaciones. Y nadie se atreve a afirmar ahora de manera tajante que, pasada la comparecencia, Bárcenas no se sacará de la manga una baza similar a la de los polémicos mensajes de móvil que ambos se cruzaron hasta principios de este año.
El PP oculta su preocupación, pero algunos admiten que ya no es hora de palabras, que ha llegado el momento de pasar a la acción. El presidente del Gobierno, dicen, podría aprovechar esta ocasión para abrir una crisis de Gobierno y hacer cambios de calado también en el partido. Su tesis es que, una vez que María Dolores de Cospedal dijo aquello de que «cada palo aguante su vela», perdió la capacidad para ofrecer explicaciones sobre lo ocurrido y ejercer de cortafuegos del Ejecutivo; una función más necesaria que nunca. El mensaje oficial, sin embargo, es que Rajoy no hará nada rompedor y reiterará los mensajes que ha ido lanzando en los últimos meses, entre ellos, el de que nadie puede chantajear al Estado, que todo lo dicho por ese señor cuyo nombre no menciona es falso y que él va a seguir gobernando.
Menos pesimismo
El jefe del Ejecutivo, de hecho, ya dejó claro que su intervención ante la cámara baja (físicamente será en el Senado por las obras de mantenimiento que se están llevando a cabo en el Congreso) no versará exclusivamente sobre el caso de corrupción que salpica al partido de Gobierno y a buena parte de sus dirigentes. Su intención es hablar también de la situación económica y se da por hecho, incluso, que anunciará un nuevo paquete de medidas económicas ahora que, según sostiene, hay datos que permiten ir abandonando el pesimismo.
Enfrente tendrá, no obstante, una oposición contundente. Alfredo Pérez Rubalcaba insiste en que decir la verdad es ya lo mínimo que cabe exigir al presidente del Gobierno, pero que eso no hace menos perentoria su dimisión. No hace ni un mes que ambos se reunieron en La Moncloa para firmar un pacto europeo que se vio como inicio de otras colaboraciones posibles y que hoy parece un sueño.