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RAMÓN PÉREZ MONTERO
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Un cazador de Cromagnon vuelve a casa con un collar de conchas para su esposa. Este regalo, con el que le expresa su amor a ella y a los otros hombres del clan su rango, suscita la envidia de las demás mujeres y el rencor de éstas hacia sus propios maridos por no haber nunca sido halagadas en semejante forma.

Un ejecutivo de nuestros días regresa a casa con un collar de diamantes para su esposa. Este regalo, demostración de su amor por ella y de su poderío económico a ojos de sus colegas, alimenta la envidia de las amigas de su esposa y un fuerte resentimiento de éstas hacia sus propios maridos, que nunca las hicieron merecedoras de tan magnífico presente.

Días atrás discutía con unos amigos acerca de nuestro actual estado de 'progreso'. Mientras que ellos se mostraban convencidos del avance del ser humano, yo me manifestaba contrario a tal idea. Los ejemplos anteriores tratan de ilustrar mi posición. Existe una notable diferencia entre un collar de caracoles marinos y uno de diamantes, pero erramos si cimentamos sobre tal diferencia nuestra fe en el progreso. Más bien debemos fijarnos en los sentimientos humanos adheridos a ambos adornos y veremos que no hemos cambiado mucho desde los tiempos de los primeros homo sapiens.

Nos siguen moviendo, entre otros, la ambición de poder y de riqueza, el deseo sexual, la envidia, los más oscuros rencores y también ese otro sentimiento al que llamamos amor. No observo avance alguno en ese campo. Entiendo como progreso el avance hacia una meta, pero concibo como ficticia esa meta cuyos sucesivos jalones son, pongamos por caso, un modelo de coche de mayores prestaciones o ese teléfono móvil de última generación.

Reniego de un progreso material sustentado en el expolio sistemático del planeta y que trata de engañarnos a unos pocos con una falsa promesa de felicidad, pero a costa de ir profundizando en la desigualdad y la miseria de la gran mayoría de los seres humanos. Si son las pulsiones egoístas las que alientan este progreso, ¿qué más da que sean los collares de caracoles o de diamantes? No avanzamos, giramos alrededor de un espejismo.