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El atractivo del toro bravo

El sector, con el enorme potencial que le da contar con un animal único en el mundo, rompe poco a poco las reticencias de algunos ganaderos, y se abre a las visitas

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Ojos rasgados. Mirada fija en el cercado. 570 kilos de bicho negro zaino. Aunque la mayoría no lo sabe, la provincia de Cádiz alberga la mitad de reses bravas de las primeras ganaderías de España. Son aquellas de más renombre, las que suelen pertenecer a la asociación más importante del sector de España, la Unión de Criadores de Toro de Lidia.

Pero como pasa tantas veces, este potencial turístico no está siendo aprovechado como se debería. Las razones por las que el filón del toro de lidia no atrae a tantos turistas como pudiera pensarse, viendo el enorme interés que despierta la tauromaquia a nivel nacional e internacional, son muchas.

Jesús Ángel de Bustos es el gerente de Cádiz Bravo. La suya es una de las pocas empresas que se dedican al sector en la provincia desde el año 2007. Y de Bustos tiene una opinión contundente al respecto. «No hay una responsabilidad única de porqué este sector no termina de arrancar; está claro que somos un nicho de mercado en potencia, pero lamentablemente a día de hoy no es rentable, ya que contamos con una promoción muy escasa y aunque hay público, no es fácil conseguir grupos».

De Bustos explica la dualidad de mercados que tiene el turismo del toro de lidia. En estos momentos resulta atractivo tanto para los turistas nacionales y extranjeros que llegan a la provincia, «pero también para los residentes en la provincia, caso de colegios, empresas o asociaciones de diverso tipo, que muchas veces desconocen la posibilidad que tienen de realizar estas visitas».

Pese a que en los últimos años los turistas se están fijando más, el sector cuenta con un problema principal que está empezando a superarse. Ese no es otro que la poca permeabilidad de muchos ganaderos a que el turismo entre de lleno en el mundo del toro. «Resulta difícil que entiendan que el turismo puede convertirse en una fuente de ingresos», explican. En Cádiz Bravo han intentado acordar visitas de grupos, y se han topado con un no rotundo.

Ellos trabajan actualmente con los animales, personal e instalaciones de las ganaderías Cebada Gago, situada en Medina Sidonia, y Núñez del Cuvillo, en la pedanía de Naveros, en Vejer, y tienen claro que «el futuro del toro bravo pasa por el turismo».

En los últimos años, la industria turística se ha ido abriendo poco a poco a un producto exclusivo, que permite conocer en su hábitat natural a un animal único. El pack de visitas que ofrecen las pocas iniciativas empresariales que trabajan en Cádiz con el toro de lidia es casi siempre el mismo. En algunos casos, como el de Cádiz Bravo, se ofertan visitas de hora y media de duración a las ganaderías, a bordo de vehículos todoterreno, y que incluyen la observación «a apenas tres metros» de los animales en los cercados o las dehesas.

«Nosotros ofrecemos una visita para todos los públicos. Ofrecemos una visita al toro de lidia como especie única, pero nada de escenas sangrientas, porque éste es un animal mítico, que se puede contemplar su espacio natural en esta provincia», apuntan.

Fincas en Medina

Otra de las grandes iniciativas turísticas en torno al toro bravo en Cádiz es la de la ganadería Torrestrella, en la finca Los Alburejos de Medina Sidonia, propiedad de Álvaro Domecq.

Se trata de A campo abierto. En su caso se ofrece entre los meses de marzo y octubre un espectáculo programado tres días en semana, que incluye contemplar el manejo de los toros y los caballos, así como de otros elementos del campo, los cabestros y secuencias de doma vaquera. En A campo abierto el visitante puede acercarse a los usos y costumbres de los animales y sus cuidadores; se pueden ver las caballerizas, asistir a un tentadero o a exhibiciones de doma, en una iniciativa enfocada sobre todo al turista y los grupos de eventos.

Una de sus responsables, Isabel Domecq, explica que el espectáculo que ellos ofrecen «es bueno para la zona, en especial para Medina Sidonia como destino turístico». Aprovechando como nadie en Cádiz el potencial del mundo del toro bravo y los elementos reconocibles de la tauromaquia, en Los Alburejos se consigue «que muchos visitantes conozcan la vida del toro durante los cuatro años que pasa en el campo antes de estar listo para la lidia».

Ellos presumen de que los visitantes «acaban encantados», ya que se ofrece algo distinto. «Logramos que quieran conocer más a fondo el apasionante mundo del toro y del caballo», apuntan. Según Domecq, en la última temporada A campo abierto fue visto por 15.000 personas, un dato que pese a haber ido menguando con la crisis, sigue justificando en sí mismo la infraestructura para del espectáculo.

En el sector todos coinciden en que el boom del sector del toro bravo está por llegar; claramente lastrado por la falta de conexión entre los agentes, al toro le falta evolución para atraer por sí mismo a los turistas. Eso mismo ocurrió hace años con las bodegas, el avistamiento de cetáceos o las 'levantás' de atún en las almadrabas.

Desde el Patronato de Turismo se explica que ni siquiera se han realizado estudios estadísticos oficiales de la demanda que tiene. Las autoridades gaditanas en la materia califican la presencia del toro bravo como «un complemento y atractivo más de la zona», y equiparan su situación al de otros nichos «que hasta hace poco no se valoraban como motor fuente de ingresos», y ahora son casi más reconocidos fuera que dentro.

Eso sí, el Patronato hace un llamamiento a las ganaderías, y recuerda que «si las empresas se adaptan, y las ganaderías se abren al público, es un sector con recorrido de futuro». Las bases para convertir al toro en un reclamo para turistas está sobre la mesa. Publicaciones especializadas reconocen ya el peso de Cádiz en el toro de lidia, junto a Sevilla o Cáceres. Sin embargo, muchos consideran que la Ruta del Toro «es mentira, porque no se ven los animales por ningún lado», y las adminstraciones no han hecho nada por potenciarla.

En poblaciones como Alcalá de los Gazules, Medina, Los Barrios o Jerez, hay docenas de fincas donde pastan, marcando su territorio, los sementales más fieros. Esos que llenarán las plazas de media España, y cuya belleza natural debe empezar también a ser rentable.