Economia

La recuperación de EE UU sigue sin despegar bajo la batuta de Obama

Los modestos avances del sector privado son insuficientes ante la austeridad en el gasto forzada por la mayoría republicana del Congreso

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Por enésima vez desde que llegó a la presidencia, Barack Obama se embarcó esta semana en una gira para decirle al país que tiene un plan para expandir la economía y que la débil recuperación experimentada desde 2011 puede irse al traste si los republicanos persisten en su obstruccionismo desde el Congreso. De su boca han salido estimulantes propuestas como, por ejemplo, «reconstruir la clase media maltratada por la globalización» o que el gobierno federal se embarque en un ambicioso plan de infraestructuras, «porque todos sabemos que es un ingrediente clave de prosperidad». La misma letra y música con que empezó a gobernar hace más de cuatro años y que la mayoría de los estadounidenses ven cada vez más como un rosario de buenas intenciones de difícil materialización en los tres largos años que le quedan en la Casa Blanca.

Con las cuentas públicas congeladas desde enero en virtud del denominado 'secuestro' amañado por los conservadores, la mejora de puentes y carreteras o la loable tarea de reducir la desigualdad entre ricos y pobres parecen objetivos demasiados ambiciosos mientras miles de empleados públicos no saben si van a cobrar a fin de mes. Nada hay más sagrado para los republicanos, como para Merkel en Europa, que mantener esa cruzada por la austeridad presupuestaria. Desde su trinchera en la Cámara de Representantes, John Boehner y los suyos siguen empeñados en darle la vuelta a lo que queda del estado de bienestar con medidas drásticas que buscan recortar cada uno de los capítulos sociales. Mientras sigan ostentando su cómoda mayoría, Obama solo podrá agarrarse al recurso del decreto ley. Muy poca cosa para promover esas iniciativas de corte keynesiano aireadas en Illinois y Florida y que, a juicio de reputados economistas, son necesarias para dar un impulso al crecimiento y el empleo.

El propio presidente de la Reserva Federal, poco sospechoso de partidismo, mostró que le sobra sentido común cuando en una reciente comparecencia en el Congreso arremetió contra el extremismo de la derecha en materia presupuestaria. «Ustedes son el mayor obstáculo para acelerar el crecimiento», Ben Bernanke cuando algunos senadores lo interrogaban sobre la política de compra de bonos, hoy por hoy la herramienta más potente para estimular la competitividad del dólar y mantener a flote el empleo. Luego les advirtió, en relación a asuntos tan delicados como el regreso de las negociaciones sobre el techo de la deuda a partir de septiembre, que las próximas decisiones sobre el gasto público pueden perjudicar notablemente la recuperación del país. La economía ha mejorado «pese al viento en contra creado por la política fiscal», dijo. De continuar así las cosas, advirtió, «el crecimiento en los próximos trimestres será mucho más limitado del esperado».

En su intervención, y a la vista de la reacción inicial de los mercados, puntualizó que su programa de estímulos seguirá activo mientras el paro no baje hasta el 7%, inyectando así un promedio de 85.000 millones de dólares mensuales en la economía. «Con un desempleo todavía alto y disminuyendo lentamente, una política monetaria muy flexible sigue siendo apropiada en el futuro cercano», señaló.

La Fed, dividida

En realidad, Bernanke hizo más bien un juego de palabras. La Fed está profundamente dividida sobre la prolongación de su rol como muletas de las que nadie quiere prescindir, de ahí que su presidente dejara entrever que muy mal tienen que ir las cosas para torcer su agenda. «Empezaremos a reducir el programa a finales de este año, aunque dejamos la puerta abierta a modificarlo en cualquier dirección si las perspectivas económicas cambiaran», apuntó. Así las cosas, si todo fuera a pedir de boca, la compra de bonos se extinguiría a mediados de 2014.

Los datos del segundo trimestre muestran unos indicadores aún más débiles de los previstos por muchos economistas. Es verdad que el mercado inmobiliario se recupera a buen ritmo, pero el consumo en general se mantiene en niveles muy modestos y sin visos de cambiar. Por ejemplo, los estadounidenses gastaron más en coches, muebles y ropa, pero redujeron sus compras en otros apartados, como restaurantes, bares, ocio, productos para mejorar la vivienda, ordenadores y equipos electrónicos. Con incrementos del consumo por debajo del medio punto mensual parece impensable escalar a cotas de crecimiento del PIB por encima del 2% y meter así dentelladas significativas al paro.

Algunos analistas, sin embargo, prevén una ligera recuperación en el segundo semestre gracias al buen comportamiento de la contratación en el sector privado. Al dinamismo de las empresas se debe casi la totalidad de los 150.000 empleos de media que se han creado en el país desde enero. En un mercado laboral gigantesco, estas cifras sirven apenas para mantener el paso con el incremento de la población activa, un proceso que hace muy complicado que el nivel actual del 7,6% de paro pueda recortarse significativamente hasta el 7% puesto como condición por Bernanke para que los actores económicos sean capaces de sostener el sistema sin las inyecciones multimillonarias de la Fed.