hoja roja

Oh Susana!

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Tal vez era esto a lo que se referían aquellos predicadores de malos augurios cuando profetizaron que no habría verano. Es lo que suelen tener las profecías, que terminan en los números unos en ventas de carretera y gasolineras, versionadas por cualquier intérprete avispado. Aunque visto lo visto, algo de razón tenían, porque nunca llega el verano hasta que se alargan las horas y los días con el ritmo cadencioso de las cigarras que sestean. Y aquí, a cuatro días de que acabe julio y empiece el preludio de la vuelta al cole, seguimos en un invierno que amenaza tormenta. Y mientras el corazón se calienta con la solidaridad de un país congelado por el tremendo accidente de tren del pasado miércoles, asistimos desolados al dantesco espectáculo de cómo este país va lentamente descarrilando, también por un exceso de velocidad. No es una paradoja, qué más quisiera yo que poder cantar ¡Oh, Susana! –The sun so hot I froze myself, que traducido resulta más o menos «me congeló el sol tan caliente»– sin que «la mujer de barrio obrero» que va a ser presidenta de la Junta, sin pasar por las urnas, me susurre al oído la fórmula secreta del pelotazo.

La llaman «marca blanca» por aquello del ‘low cost’ imperante en la vida política de este país. No sé hacer nada, no he hecho otra cosa en mi vida más que medrar en el partido, no soy productiva, no sé hablar más que en un idioma que casi siempre resulta arcaico, pero aquí estoy. Mostrando día a día cuál es el camino a la perdición. Dice que no está en política para hacer amigos, tampoco se lo ha pedido nadie, pero los hará, como todos, amigos muy amigos. Porque nunca he visto vínculos más fuertes de lealtad que los que se forjan en las sedes de los partidos políticos, sobre todo cuando uno entra en política sin oficio y con ansias de beneficio. No es ambición, dice, sino fortaleza, animosidad, impulso y dinamismo, que serán cualidades muy buenas para los boy scout, aunque dudo mucho de su eficacia para estar al frente de un gobierno. Dice también que sabe lo que es el esfuerzo y la responsabilidad; muy bien, usted también lo sabe y sabe lo que es levantarse cada mañana cuando suena el despertador –o no, que es mucho más grave– esperando que alguien en este país de imputados, dimita.

No me gusta Susana Díaz, por muy mujer y muy de barrio que sea y por mucho que sea incorrecto políticamente decirlo. Y no me gusta porque representa en sí misma lo que nadie quiere ya para la política, un animal trepador y depredador, que a decir de algún expolítico local socialista, sabe dar puñaladas y esquivar las que le lanzan. Y aunque tal vez eso es lo que necesita este gran circo, fakires, me parece un error por parte de Griñán abandonar el barco en plan capitán Schettino o en plan rata, antes de que se termine de hundir.

El verano no llega, y Rajoy comparecerá ¡por fin! el próximo jueves ante los micrófonos, aunque lo haga con un guión aprendido, muy cuidado y en ese lenguaje críptico solo apto para iniciados que aplauden desde las primeras filas del precipicio. Ya lo sé, usted no le entiende. Yo tampoco. Hace mucho, muchísimo que dejamos de entendernos los unos a los otros. La culpa fue del ladrillo con el que empezamos a construir esta inmensa torre de Babel. El verano no llega, y desde aquí arriba todo parece invierno, o infierno, vaya usted a saber.