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El Papa Francisco saluda a un niño a su llegada al santuario de Aparecida en Brasil. :: STEFANO RELLANDINI / REUTERS
Sociedad

El Papa vuelve a avalar las protestas y pide «un mundo más justo y solidario»

Su primera misa en Brasil reúne en el santuario de Aparecida a 150.000 personas en medio del frío y la lluvia

ÍÑIGO DOMÍNGUEZ ENVIADO ESPECIAL
RÍO DE JANEIRO.Actualizado:

Francisco, como ya hizo en el vuelo hacia Brasil el lunes, volvió a sacar ayer la cara a los jóvenes, a arrimarse a sus reclamaciones en las protestas contra los despilfarros, la corrupción y las carencias de los servicios públicos. No lo hizo de forma explícita, pues evita el tono político, pero la trascendencia de sus palabras es evidente. En su primer acto de masas del viaje en el santuario de Aparecida, a 260 kilómetros de Río de Janeiro, presentó a los jóvenes de forma positiva, como «un potente motor de la sociedad y la Iglesia». También llamó a «transmitirles los valores que les hagan artífices de una nación y de un mundo más justos, más solidarios y fraternales». Aparecida, por otro lado, es un símbolo de los más humildes y marginados, pues el culto nace del hallazgo en un río de una pequeña Virgen, que por ser negra se identificó con los esclavos.

Las palabras del Papa son una señal a la lucha a las desigualdades que, en su opinión, debe guiar a los Gobiernos. Y que ahora mismo está en cuestión en Brasil, donde se invierten 16.000 millones en el Mundial de 2014, equivalente al presupuesto de Educación, mientras la gente no llega a fin de mes y le suben el billete del autobús, que se ha disparado casi un 200% en una década. Francisco invitó a no desconfiar de las reivindicaciones: «Tengamos una mirada positiva sobre la realidad. Animemos la generosidad que caracteriza a los jóvenes, acompañémosles a convertirse en protagonistas de la construcción de un mundo mejor».

Fue un mensaje global, al margen de creencias. En un enfoque más confesional el Papa dio tres consejos: «mantener la esperanza, dejarse sorprender por Dios y vivir con alegría»; y advirtió contra «los ídolos que parecen dar esperanzas: el dinero, el éxito, el poder, el placer». Pero no entró en detalles y es una línea que en cuatro meses apenas ha cruzado. Elude meterse en harina en temas conflictivos como los anticonceptivos, el aborto, el sexo fuera del matrimonio, la homosexualidad o el divorcio. Es una actitud que contrasta poderosamente con Juan Pablo II y Benedicto XVI, que en sus encuentros con los jóvenes no dejaban de recordarles la doctrina oficial. Ratzinger, por ejemplo, en su discurso en Aparecida en 2007 enumeró casi todos, incluido el celibato. Pero Francisco parece querer dejar de momento estas batallas a las Iglesias de cada país y centrarse en ser un pastor bondadoso, que no riñe. Habrá que ver cómo evoluciona en los próximos días. En la mochila que se da a los peregrinos hay un libro sobre 'Claves de bioética' que explica la postura de la Iglesia, pero oírlo decir al Papa es otra cosa.

Cabras en la carretera

En Aparecida le escucharon unas 150.000 personas, que soportaron la lluvia y un intenso frío, para ser Brasil. Ha nevado en más de cien ciudades. Francisco anunció que desea volver al santuario en 2017, para celebrar los 300 años del hallazgo de la imagen de la Virgen. Ayer había intriga por comprobar el nivel de seguridad tras los incidentes del primer día, cuando el Papa fue asediado por la multitud. Surgieron dudas en cuanto dejó su residencia, en un cerro de bosques de Río: se le cruzó en la carretera un rebaño de cabras, que tuvo que ser espantado por dos policías, y luego el coche papal, de nuevo un simple Fiat gris, fue asaltado otra vez por el primer grupo de vecinos con el que se topó. Seguía sin haber vallas. Pero luego fue todo bien, dentro de lo posible. El mal tiempo obligó a Francisco a olvidarse del helicóptero y coger un avión que le dejó a mitad de camino. Luego prosiguió en helicóptero. En el santuario se movió en papamóvil descubierto y había vallas.

Bergoglio está encariñado con Aparecida, aunque es un lugar de belleza muy discutible, pues fue aquí, en 2007, donde se celebró la quinta conferencia de los obispos latinoamericanos y él dirigió la redacción del documento final. Para él fue «un gran momento de la Iglesia», como dijo ayer, una inspiración especial. Aquel texto, que criticaba «las estructuras caducas de la Iglesia» y llamaba a volcarse en los pobres, contenía ya las claves del pensamiento de Bergoglio. Ahora es la agenda del Papa.