Sociedad

Polémica por la seguridad del Papa tras acabar en un atasco cercado por la multitud

El hallazgo de una bomba casera en el santuario de Aparecida y los disturbios callejeros aumentan la tensión

RÍO DE JANEIRO. Actualizado: Guardar
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El principal diario brasileño, O Globo se lo ha tomado a broma con el título 'Papainmóvil', por el asombro que supuso ver el lunes la increíble imagen del coche de Francisco atrapado en un atasco de autobuses y rodeado por una multitud que le asediaba para saludarle y tocarle. «Ni Dios libró al Papa del tráfico de Río» y del eterno problema carioca del exceso de autocares en hora punta. El portavoz vaticano, Federico Lombardi, restó importancia a lo ocurrido diciendo que se debió a «un error en el itinerario» y que el Papa estuvo muy tranquilo, aunque admitió que su secretario personal, el maltés Alfred Xuereb «sí pasó miedo». Bromas aparte, lo ocurrido fue insólito, mostró graves fallos de seguridad y constituye una chapuza histórica que expuso a Francisco a un claro riesgo. De hecho en el séquito vaticano reinaba el nerviosismo. Ayer, día de descanso del Papa, no se hablaba de otra cosa y las cadenas brasileñas mostraban una y otra vez las imágenes de los tumultos.

La seguridad preocupa desde el primer momento y protagonizó tensas negociaciones previas entre el Vaticano y el Ministerio de Justicia brasileño, pues Francisco exigió cercanía con la gente y moverse en un Papamóvil descubierto, sin cristal blindado. Para los responsables de seguridad era una locura, pero tuvieron que ceder. No obstante, dejaron claro que no se hacían responsables de lo que pudiera suceder, aunque han desplegado 10.000 agentes y soldados. El Vaticano aceptó el trato y asumió los riesgos, pues lo importante era respetar la voluntad de Francisco, según revela la prensa brasileña.

El propio Ministerio de Defensa admitió ayer que «se puso en riesgo la seguridad del Papa», aunque aseguró que fue él quien pidió al conductor que ralentizara la marcha para saludar a la gente. Es una afirmación que denota cómo chirría el entendimiento sobre la cuestión entre Gobierno brasileño y Vaticano, y que en el fondo el origen del problema podría ser la actitud de Francisco en su relación con los fieles, que ya da dolores de cabeza a la seguridad en Roma. De todos modos la chapuza fue obra de los brasileños y ayer todos se echaban la culpa. La prefectura aseguró que no conocía el trayecto exacto del Papa y el Gobierno federal lo desmintió. El secretario municipal de Transportes, Carlos Roberto Osorio, culpó a la comitiva de Francisco de equivocarse de camino y coger una calle que no era. Aunque admitió que tal vez ellos se equivocaron al explicar el trayecto. También acusó al Papa de contribuir al lío por llevar la ventanilla bajada.

En un simple utilitario Fiat

Francisco cubrió el trayecto del aeropuerto al centro en un simple utilitario Fiat gris y, en efecto, iba con la ventanilla bajada. En las grandes autovías de acceso a Río no fue un problema, pero al entrar en la primera avenida sufrió un asalto de la gente. No eran muchos, pero se abalanzaron sobre el vehículo y lo pararon, entre el pánico de la escolta, que no daba abasto a pegar manotazos a quienes se acercaban demasiado. Ocurrió porque, de forma inexplicable, no había ni una valla ni un solo policía. Su coche se movía en una incomprensible soledad.

Se produjeron tres 'asaltos' de este tipo en menos de media hora y en el más peliagudo la comitiva tardó doce minutos en recorrer 500 metros. A las 16.37, hora local, se paró por primera vez; de nuevo a las 16.41 y, a las 16.49, al girar hacia la avenida Passos, el coche que abría el convoy llegó a chocar con otro de la Policía Municipal. El Papa quedó parado en la curva cercado por la muchedumbre.

Lograron pasarle un niño y al menos un persona le pudo entregar un papel. Pero es evidente el riesgo de que no todos fueran fieles entregados. «Un vándalo podía haber lanzado una piedra o algo peor, estuvo en una situación de vulnerabilidad y con riesgo de atentado», afirmó el coronel Diógenes Dantas, escandalizado por lo ocurrido, como otros expertos. Fue un desastre organizativo: no había un coche que abriera paso de forma eficaz, ni una ruta alternativa de fuga y el centro de operaciones debió advertir del atasco de autobuses y cambiar la ruta. Reinó la descoordinación. Y ha sido solo el primer día.

El Papa irá hoy al santuario de Aparecida, a 200 kilómetros de Río, y precisamente allí la Policía halló una bomba casera el domingo, durante un simulacro, en uno de los baños para uso de los fieles. «Era de bajo potencial lesivo» y fue detonado por artificeros. Hoy se esperan en el santuario 200.000 personas y más de 5.000 agentes. En cuanto a las protestas contra los despilfarros del Gobierno y la corrupción, la concentración convocada a las puertas del palacio Guanabara, donde el Papa se reunió con la presidenta Dilma Rousseff, terminó en batalla campal. A las ocho de la tarde, una de la madrugada en España, unas 1.500 personas se enfrentaron duramente con mil agentes. Hubo ocho heridos, entre ellos dos policías y dos fotógrafos, más uno de bala en un pierna, y seis detenidos.

'El Papa está aquí pero donde está Amarildo', decían las pancartas en referencia a un vecino de la favela Rocinha que está desaparecido. Los combates con gases lacrimógenos y cócteles molotov crearon momentos de tensión cuando uno de los artefactos cayó en llamas en una gasolinera. En esto también ha sido solo el primer día. Quedan cuatro.