Ji Zhongxing logra su objetivo
Las autoridades chinas reabren el caso por el que protestaba el hombre que hizo estallar un artefacto en el aeropuerto de Pekín
PEKÍN.Actualizado:Para hacerse oír, Ji Zhongxing necesitó preparar un explosivo casero, plantarse con su silla de ruedas en la zona de salidas del aeropuerto de la capital china, Pekín, y detonar el artefacto que portaba después de alertar a quienes estaban a su lado. El pasado sábado exigía así la justicia que se le ha negado durante los últimos ocho años, desde que un grupo parapolicial de la ciudad de Dongguan, en la provincia sureña de Guangdong, lo dejó paralítico tras una brutal paliza. Su único crimen fue utilizar una motocicleta como taxi sin licencia.
Ayer las autoridades de Dongguan certificaron que Ji ha conseguido su primer objetivo: que se reabra el caso y se revise la versión oficial, en la que se aseguraba que Ji había embestido con su moto al grupo de agentes de seguridad, y que se había lastimado al caer del vehículo. Ahora que toda China ha conocido lo que le sucedió y ha visto en fotografías la extensión de sus lesiones, ese cuento parece una broma de mal gusto. No en vano, ayer también se supo que Ji ya recibió en marzo de 2010 una compensación de 100.000 yuanes (12.000 euros) del ayuntamiento, un hecho que contradice esa versión de la caída. «Firmamos sólo cuando nos aseguraron que ese dinero era una ayuda», aseguró el hermano de Ji al diario local Yangcheng Evening News.
Pero, al parecer, ese trato que los Ji no pudieron leer, porque uno es analfabeto y el otro sólo conoce algunos ideogramas, incluía una cláusula en la que se comprometían a no exigir ninguna otra compensación por la paliza que había recibido el pequeño. Insatisfecho con una cuantía que no era suficiente para hacer frente al tratamiento médico, Ji tomó el sábado la medida más drástica de su vida.
Fue el único herido de la explosión en el aeropuerto, y parece que los médicos han tenido que amputarle una mano. Ahora habrá que esperar a que las autoridades tomen una decisión sobre su caso.
Abusos frecuentes
Sin duda, se enfrentan a un gran dilema. Por un lado, la sociedad simpatiza con gente como Ji, emigrantes rurales que han quedado al margen del espectacular desarrollo del país. Y raro es el día en el que no hace público alguno de los muchos abusos que sufren. Ayer mismo, otro vendedor ambulante fue agredido brutalmente por los 'chengguan', el grupo de 'seguridad ciudadana' que está en el punto de mira de todos.
Pero, por otro lado, la posible victoria de Ji puede provocar una oleada de imitadores. «Cualquier persona que crea que ha sido víctima de una injusticia puede convertirse en una bomba», aseguraba ayer la agencia Xinhua en un comentario. No en vano, dos personas fueron arrestadas en sendos incidentes en Pekín después de haber amenazado con hacer explotar una bomba.