40 años de cárcel para Bretón
El juez establece en la sentencia que deberá indemnizar con medio millón de euros a su exmujer, Ruth Ortiz
SEVILLA.Actualizado:Cuarenta años de cárcel y la imposibilidad de acceder al tercer grado hasta que no cumpla al menos la mitad de la pena. En esos términos se dictó ayer la esperada sentencia contra José Bretón por asesinar a sangre fría, y de forma premeditada, a sus dos hijos de seis y dos años para vengarse de su exmujer Ruth Ortiz por abandonarle. El «monstruo de Las Quemadillas», como llegó a definirlo su expareja, deberá además indemnizarla con 500.000 euros por el daño moral causado. Aunque satisfecha por la decisión, el portavoz de Ortiz lamentó que «los niños no volverán ni en 40 años ni con ese dinero».
El presidente de la Sección Tercera de la Audiencia provincial de Córdoba aplicó la máxima pena posible por los dos delitos de asesinato con agravante de parentesco y alevosía, como pidió la Fiscalía. Matizaba en su fallo que ante la gravedad de los hechos, no podrá acceder al tercer grado penitenciario, más flexible y con permisos, hasta no haber cumplido al menos la mitad de la condena. Es decir, Bretón no pisará la calle en 20 años.
Asimismo, le impuso una multa de 2.400 euros por simulación de delito al fingir haber perdido a los niños la tarde del 8 de octubre de 2011 en un parque cordobés, y le obliga a pagar al Estado y al Ayuntamiento de Córdoba los gastos derivados de las labores de búsqueda de los pequeños, casi 160.000 euros.
El juez se ha guiado en todo momento por la prolija declaración de culpabilidad emitida por un jurado popular hace unos días, en la que se superan «notablemente» los estándares de motivación exigibles, detallando fuentes de convicción y los elementos probatorios. Así, estima que «puede inferirse racionalmente» que Bretón no soportó que su esposa le dejara. Dado su «carácter vengativo», que ha sido documentado médicamente según recuerda el fallo, decidió hacerle daño con lo que más quería, «sus hijos». El juez entiende además que había una intención «despiadada» de multiplicar el daño ya que al hacer desaparecer totalmente a los niños en la hoguera, a la madre «le quedaría toda la vida la incertidumbre de lo que había pasado». Como quiera que en todo momento la obsesión de Bretón durante la búsqueda de los niños era su exmujer, el juez le prohíbe acercarse a ella o a la familia materna en un radio de un kilómetro durante 21 años.
El fallo condenatorio no resuelve cuál fue el mecanismo concreto de la muerte -intoxicación de medicamentos o calcinación-, «pero sí podemos afirmar con rotundidad que fue una muerte violenta y homicida». En este punto, el juez infiere que Bretón pudo tener «un mínimo de humanidad» en su «aberrante conducta y suministrar los tranquilizantes a los niños antes de llegar a la finca», algo no probado con certeza durante el juicio. «Sería completamente inconcebible que arrojara a los niños a la hoguera sin que estuvieran completamente dormidos o ya fallecidos».
Los huesos
En este sentido, el juez entiende «moral y jurídicamente» que los huesos son de Ruth y José, y lamenta que hasta que no haya sentencia firme no se le puedan devolver a la madre para su inhumación. Así, «no cabe otra conclusión» racional o verosímil que los huesos pertenezcan a los menores, ya que se pierde la pista a los niños en la finca, y de la hoguera de la parcela fueron extraídos una serie de restos óseos correspondientes a cuerpos con tejidos blandos, no meros huesos, de dos seres de entre seis y dos años.
Respecto a la pifia en la identificación de los huesos, que desvió la investigación más de año y medio, la sentencia concluye que una docena de reputados forenses certificaron que son de origen humano, incluida la agente de Policía Científica, que «pese a sus reticencias acabó reconociendo» el error.
Tras la sentencia, la Fiscalía anuncia que no recurrirá al haberse atendido sus peticiones, aunque se pronunciará a favor de que se mantenga a Bretón en prisión mientras no haya sentencia firme, dado que esta opción expiraba en octubre al cumplirse los dos años. La acusación particular, por su parte, también considera que es un fallo justo y bien argumentado que cierra la puerta a posibles recursos de la defensa.