La tradición entre recortes

Es una de las fiestas más seguidas de la serranía de Cádiz y cada vez consigue congregar a más público. Quizás porque sea una sobre las que pesa mayor tradición, unos 200 años, o porque da comienzo a otras serie de festejos, pero lo cierto es que las calles de Grazalema volvieron a llenarse ayer para poner su broche de oro a la celebración de las fiestas por la Virgen del Carmen.

Y todo transcurría con normalidad y sin incidencias hasta última hora de la tarde cuando el último toro finalizó su suelta con un balance de tres heridos por asta de toros en diferentes puntos de la ciudad. Todos tuvieron que ser trasladados al hospital para controlar su evolución. Lo único que se pudo confirmar es que se trataban de visitantes que fueron en busca del ambiente de esta celebración.

A pesar de ello, de nuevo hubo corredores que sí supieron encontrar el cobijo necesario cuando les hizo falta para evitar enfrentarse a unos toros que cumplieron con su cometido y permitieron alguna que otra exhibición con recortes, destreza que les faltó a los heridos del último toro, más bravo que los anteriores.

Y es que la fiesta cada vez tiene más adeptos. Precisamente por su carácter histórico de la festividad del toro enmaromado y el arraigo que la misma tiene en el pueblo, unas razones que justificaron que esta localidad serrana se convirtiera incluso en sede del Congreso Nacional del Toro de Cuerda. Un evento que se saldó con un rotundo éxito y que dio más publicidad si cabe a esta fiesta que también se ha llevado a diferentes rincones de España. El último de ellos a Chiva, Valencia. Una promoción constante que hace que esta celebración gane prestigio y consiga cada año asentarse aún más como una de las referente.