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Antonio Revuelta posa en la plaza del Rey con un vendaje en el codo, la única señal visible, junto a pequeños cortes, de su accidente. :: C. C.
Ciudadanos

«Pero, ¿cómo pudiste salir de ahí?»

Un joven da dos vueltas de campana y llega andando desde el lugar del accidente hasta su casa

CARLOS CHERBUY
SAN FERNANDO.Actualizado:

Ni siquiera él se lo explica. Menos aún cuando enseña las fotos de cómo quedó el vehículo. Dos vueltas de campana dio, (según el atestado de la Guardia Civil con la primera se desplazó 20 metros y con la segunda diez) y salió ileso más allá de magulladuras y cortes. Incluso fue capaz, a pesar del fuerte impacto, la sangre y la conmoción, de andar durante dos horas para llegar a su casa, desde la autovía a la altura del polígono Tres Caminos hasta Pery Junquera, en San Fernando, en los edificios situados al lado de la rotonda de Lola Flores.

Es la historia de Antonio Revuelta, un joven de 29 años de edad, que en la madrugada del pasado sábado volvió a nacer, «así me lo voy a tatuar en el pecho con la fecha y todo». Volvía de Chiclana tras consolar a un amigo al que «le había dejado la novia» y a la altura del polígono industrial se le cruzó un perro, girando bruscamente el coche para «intentar esquivarlo». El volantazo a la izquierda lo llevó hacia el quitamiedos con un choque que impulsó el vehículo, que tras dar varias vueltas de campana, se quedó cabeza abajo en el barrizal. Eran las cuatro y media de la madrugada y no fue hasta una hora después cuando Antonio recuperó el sentido. «Estaba colgando y veía que se me caía sangre, que partí el cristal con el codo porque tengo una herida muy profunda y varios cortes. Recuerdo que pude quitarme el cinturón y salir en busca del móvil». Pero no lo encontraba y se lanzó a la autovía.

Los pocos conductores que pasaron no le hicieron caso, ni siquiera llamaron a los servicios de emergencia. «Es lo que no entiendo como nadie se amparó de mí, no digo que me recogieran pero que mínimo que llamar a la Policía o a la Guardia Civil para decir que hay una persona deambulando por la carretera». Entonces comenzó su extraño periplo. Con la conmoción del golpe y sus heridas su única determinación era llegar a su casa, sin buscar más auxilio, así que comenzó a andar hasta que pudo llegar al puente de Jesús del Gran Poder. Así accedió a las calles de San Fernando y a las siete y media de la mañana, llegó a su domicilio en Pery Junquera, prácticamente el otro extremo de donde entró a la ciudad.

Allí silbó a la ventana de sus padres que al fin se despertaron. «Me tiraron las llaves pero yo ni las veía, por lo que tuvo que bajar mi padre. El creía que me habían dado una paliza y al llegar en los brazos de mi madre me desmayé». Comenzaron a curarle las heridas y vieron que eran superficiales, por lo que no lo llevaron a urgencias. «Mi padre se fue a buscar el coche porque no lo veía por ahí y mi madre se creía que estaba borracho y que tenía que dormir la mona».

Al mediodía del sábado volvió a recobrar el sentido y pudo explicar lo que le había pasado. Sus padres seguían incrédulos, ya que las heridas no parecían ser tan graves. «Tenía mareos pero me fui con mi padre a buscar el coche, cuando lo encontramos llamó a la Guardia Civil». Allí los agentes no se explicaron cómo estaba tan intacto. «En serio. Pero ¿Cómo ha podido salir de ahí?», la misma pregunta que los agentes le hacían al padre una y otra vez y que el padre ya le había hecho a él tras ver el estado del vehículo.

Entonces se dirigió a Urgencias donde verificaron que no tenía más que daños superficiales. Hasta esa hora nadie se había percatado de lo sucedido ni dado ningún tipo de aviso a las autoridades o servicios de emergencia.