Vida y milagros de un imitador del 'Rey del Rock'
El filme argentino 'El último Elvis' se estrena tras ganar el premio Horizontes Latinos en San Sebastián
Actualizado:La copia como arte, pero también como patología, o también, el deseo que tenemos de ser otro. Ambas ideas circulan por la hora y media de metraje de una película singular, 'El último Elvis', que se estrenó el viernes en las pantallas tras haber ganado el premio de la sección Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián.
«Para mí era importante mostrar algo diferente a lo que se muestra normalmente del imitador, y en ese proceso descubrí que en cierta forma todos somos imitadores de alguien, tomamos cosas o nos inspiramos en otros, agarrando imágenes. Pero son sobre todo cosas superficiales: uno nunca copia un sentimiento o un pensamiento. Para mí la película se transformó en una metáfora sobre eso, una historia sobre alguien que está negando su realidad», asegura a este periódico el director, Armando Bo, conocido por ser el guionista de 'Biutiful', la película que Alejandro González Iñárritu filmó con Javier Bardem en Barcelona.
En efecto, 'El último Elvis' es el fascinante debut del nieto del mismísimo Armando Bo, mítico director y actor argentino muy popular en Latinoamérica por ser el pope del cine erótico junto a su mujer Isabel 'Coca' Sarli. Bo no cae en los excesos dramáticos de su 'padrino' Iñárritu, y realiza una película sobria e incluso sombría, no exenta de cierto humor, pero también dotada de una compasión admirable por su personaje.
'El último Elvis' es Carlos Gutiérrez, un obrero separado que tiene una pequeña hija llamada Lisa Marie (cómo no) a la que no ve a menudo. Vive como si fuese la reencarnación de Elvis Presley y prepara, dice, «algo grande», a medida que se acerca su 42 cumpleaños. «De alguna manera el personaje logró ser Elvis en su propia realidad», precisa Bo; «y de repente se le viene el mundo encima, lo cachetea y le dice 'no, date cuenta quién sos, hazte cargo de tu vida'», apunta el director.
La película muestra también la cara B del Buenos Aires de las librerías, los teatros y los antros de tango, y escenifica una ciudad distinta al cliché europeo de la capital argentina. La vida suburbial de este monarca del rock and roll y de la imitación lo es no solo económicamente -este Elvis trabaja en una fábrica y sobrevive gracias a pequeños trapiches y actuaciones en casinos, ferias y garitos de tercera- sino por la suburbialidad de su identidad, desplazada de su centro.
Gran parte de la fortuna del film lo tiene John McInerny o Juan Pedro McInerny, que encarna a este Elvis de pega. Lo insólito del asunto es que este argentino, arquitecto de profesión e imitador de Elvis en la vida real, no fue contratado para encarnar al personaje, sino para ser el entrenador de Ricardo Darín, quien en principio iba a estar al frente del filme.
El director lo explica: «Yo buscaba un actor de primera línea porque la película necesitaba una producción importante, y por una cosa u otra ninguno de los actores pudo o quiso hacerla. Entonces descubrí el disco de John McInerny en un 'Elvis Store' de la calle Florida. Lo contacté para que fuera el coach del actor protagonista, pero ante la negativa de todos decidí hacer una prueba de cámara filmada con él a ver qué pasaba. Y el primer momento fue casi mágico: John se sentó en la silla y yo miraba la pantalla y decía 'soy un idiota, no puedo creer lo que me estoy perdiendo'».
De todas formas, no es la primera vez que vemos al séptimo arte poner el foco en el sugestivo mundo de los imitadores de Elvis. Kevin Costner y Kurt Russell -actor que ya había encarnado al mismísimo Elvis en un film de John Carpenter de 1979- se han vestido con traje acampanado, amplias solapas, refulgente satinado y pedrería para meterse en la piel de un émulo del Rey en 'Los reyes del crimen', cinta de 1992 donde una banda de delincuentes aprovechaba una convención de imitadores de Elvis para dar el golpe en un casino de Las Vegas. O quizás ustedes recuerden mejor a Jim Carrey en 'Man on the Moon' (peliculón de Milos Forman del año 99), donde el histriónico actor se metía en la piel del cómico Andy Kaufman y de tal guisa, se marcaba una antológica imitación de Elvis. Todos quisieron ser el Rey.