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Sociedad

Arde en El Puerto la encendida sangre de Santa Coloma

Pérez Mota y Caro Gil salen a hombros frente a dos toros de Ana Romero premiados con la vuelta al ruedo

JOSÉ REYES
EL PUERTO.Actualizado:

Toros cárdenos de Ana Romero, de piel y extremidades finas, de mirada encendida, en cuya viva expresión parece arder toda la sangre brava de Santa Coloma. Pero una cosa es la fachada y otra muy distinta lo que dentro puedan llevar. Y en este aspecto, dos de los ejemplares lidiados sí que rindieron honor al singular linaje del que proceden. El primero de la suelta presentó una embestida humillada y suave y fue animal presto y repetidor tras los engaños, que destacó tanto por su alta dosis de nobleza como por su ausencia de poder y agresividad. Ante el que Pérez Mota trazó tandas estimables por ambos pitones y hasta dibujó tres trincherillas finales que pusieron artística rúbrica a su labor.

Mayor dosis de movilidad, casta y emoción poseyó el cuarto, que peleó bien en varas y no dejó de embestir durante toda su lidia. y al que el de El Bosque cuajó una importante faena en templadas series en redondo y al natural, en las que demostró temple y buen gusto. Toro bravo y repetidor que encontró acoplada respuesta en el trazo firme, plástico y dominador de su matador. Culminó éste su actuación con estocada desprendida que le serviría de salvoconducto para su salida a hombros.

Acometida goteada, dubitativa y renuente presentó el segundo toro, que no permitió a caro Gil rematar las verónicas de recibo y que luego saldría con la cara a media altura y desentendido del engaño. valiente y decidido se mostró el jerezano en su intento de armar faena, en cuyo transcurso resultó volteado al pretender trazar un circular invertido. Un arrebatado cambio de mano y un bello trincherazo supusieron las estampas brillantes de su labor.

El quinto se comportó como animal serio y encastado, que apretó con fuerza en varas y exigió una lidia atenta y acertada. Llegó al último tercio con una embestida dócil, templada y humillada, que sólo en ocasiones fue aprovechada como merecía por un poco placeado Caro Gil. Una tanda de derechazos ligados y algunos detalles sueltos constituyeron los únicos episodios lucidos frente a un toro que demandaba un trasteo macizo y cuajado. Bravo ejemplar, al que se pidió con insistencia el indulto.

Manso, de embestida corta y a media altura, carente de celo y codicia en el engaño desarrolló el tercero, con el que Diego Hermosilla elaboró una faena voluntariosa aunque anodina, estrellado ante la extrema sosería de su oponente. No encontró tampoco el lucimiento ante el encastado pero de escueto recorrido sexto, que a medida que avanzaba el trasteo evidenciaba más sus dificultades.