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Imagen de un T-rex./ Foto: Archivo.
ciencia

El T-rex era tan fiero como lo pintan

El descubrimiento de un diente de este dinosaurio en una presa apoya la teoría de que el Tirannosaurus era cazador y no se dedicaba solo al carroñeo

CRISTINA L. ÉBOLI
MADRIDActualizado:

Si hay un animal que despierte el pánico en el imaginario colectivo ese es sin duda el Tyrannosaurus rex. Uno de los mayores carnívoros que ha poblado la Tierra llegaba a alcanzar los 12 metros de largo y podía pesar entre 6 y 18 toneladas. Sus mandíbulas medían 1,4 metros y tenía dientes de hasta 30 centímetros. Unas medidas capaces de proporcionarle cualquier desafortunada presa que se cruzara en su camino.

Sin embargo, a pesar de no encontrar rival en el hábitat que ocupó aproximadamente entre 67 y 65 millones de años, los investigadores han insistido en pintar al T-rex menos fiero de lo que parece. Tanto que, según el estudio de su anatomía, la línea general que ha imperado a lo largo de los últimos años es que este gigantes dinosaurio solo se alimentaba por medio del carroñeo y no cazando a sus presas.

El hallazgo esta semana de un diente de T-rex entre los restos de un hadrosaurio indica que escapó por muy poco a un ataque del primero. Es decir, que el Tyrannosaurus cazaba, aunque fuese al menos de manera ocasional.

Son muchos los argumentos que lo presentan como un simple carroñero y todos giran en que su fisionomía, aunque terrorífica, no era la de un depredador. Sus lóbulos olfativos eran enormes en comparación con su cerebro, propios de los animales con la capacidad de oler cadáveres a gran distancia de los que poder alimentarse. Sus patas no le permitían alcanzar la velocidad suficiente para alcanzar a pequeñas presas pero sí en cambio caminar grandes distancias y sus brazos eran muy cortos, cuando los depredadores suelen contar con extremidades largar para agarrar a sus presas. Si cazaban, defienden muchos científicos, sería a animales viejos, crías o debilitados. En cuanto a sus dientes eran gruesos, más propicios para machacar huesos y obtener el tuétano que para matar otros seres de forma eficaz.

En sentido contrario, los defensores de que fue un cazador apuntan a que el olfato también se desarrolla para detectar a las presas cuando se aproximan o que sería imposible que un animal de semejante tamaño pudiera cubrir sus necesidades alimenticias solo con la restos muertos que se encontraba en su camino, máxime cuando en su hábitat había una superpoblación de carroñeros mucho más ágiles que él.

Así las cosas podría resultar mejor un hipotético encontronazo con un T-rex que con un raptor. Aunque, ya puestos, mejor no toparse con ninguno.