Auge y caída de los Hermanos Musulmanes
EL CAIRO.Actualizado:Las ruinas del cuartel general de los Hermanos Musulmanes en El Cairo, el elegante edificio que había sido su orgullo y el símbolo de su salida de la semiclandestinidad, yacen medio quemadas en las colinas de la Muqattam. Puertas arrancadas, cristales rotos, documentos esparcidos por el suelo, y el escudo de la Cofradía, los dos sables cruzados bajo un Corán sobre fondo verde que había colgado con orgullo de la fachada, arrancado.
No hacía tanto tiempo que la Cofradía, fundada hace 85 años, se organizaba en un abigarrado piso de un bloque de viviendas de clase media en el barrio de Manial. Un cuartel sin señalizar, viejo y destartalado, en el que reinaba la discreción y por el que había que preguntar a los porteros del barrio para conseguir localizar dónde estaban los 'ijuán', los Hermanos. Donde la Policía llegaba de tanto en tanto para arrestar a sus dirigentes, o a quien estuviera por allí, para tenerlos detenidos sin cargos -estado de emergencia de por medio- durante semanas o meses, incomunicados y sin acceso a abogados.
Apenas han pasado dos años y medio desde aquellos tiempos en los que el régimen de Hosni Mubarak, como anteriormente el de Anuar el-Sadat, Gamal Abdel Nasser, o el del rey Faruk, el último monarca egipcio, libraba una batalla desigual con los Hermanos Musulmanes. Hoy, con sus principales líderes detenidos o con órdenes de arresto, y con el presidente que impulsaron las primeras elecciones democráticas de la historia egipcia en paradero desconocido, la Cofradía vuelve a encontrarse a las puertas del ostracismo político, con sus medios de comunicación cerrados por las autoridades y vilipendiada por gran parte de los diarios y televisiones egipcias. El rechazo no es nuevo, y el júbilo que mostraron algunos presentadores de los canales privados egipcios, que lloraron de alegría en directo la noche del golpe, refleja el odio visceral que una parte de la población egipcia, especialmente las élites de la capital, vinculadas en mayor o menor medida con el antiguo régimen, siente sobre esta sociedad, secretista y jerarquizada.
Pero aunque las élites se empeñen en retratar a la Hermandad y sus seguidores como un grupo de campesinos y analfabetos, el fuerte de la Cofradía son las clases medias piadosas egipcias.