El segundo advenimiento del profesor de la austeridad
EL CAIRO. Actualizado: GuardarDefensor de la democracia y reputado economista, Hazem el-Beblaui camina por segunda vez sobre el terreno que ya recorrió en julio de 2011. Su veteranía, 76 años, y su perfil internacional le hicieron merecedor de ocupar el puesto de viceprimer ministro y titular de Finanzas en el Ejecutivo transitorio que nació con el derrocamiento de Hosni Mubarak. Su periplo, sin embargo, duró solo cuatro meses. Presentó su dimisión por la gestión de las autoridades de la oscura matanza de manifestantes cristianos en Maspero. Ahora, desde la jefatura del Gobierno, tiene ante sí un reto mayor: cohesionar un país fragmentado y enderezar el rumbo de la economía. Nacido el 17 de octubre de 1936, este amante del liberalismo y enemigo de la corrupción ya era bien conocido en el país por sus numerosas publicaciones y su responsabilidad al mando del Banco para el Desarrollo de las Exportaciones de Egipto o como consejero del Fondo Monetario Árabe. Otro de sus principales cargos fue el de secretario ejecutivo de la Comisión Económica y Social para Asia Occidental, perteneciente a Naciones Unidas, entre 1995 y 2000.
Además de sus fervientes críticas al antiguo régimen, Beblaui no mostró reparos en dejar clara su disconformidad con el depuesto presidente Mohamed Mursi. «No tiene agallas», dijo en cierta ocasión al condenar la falta de voluntad del islamista para emprender las medidas de austeridad que precisa la nación. «Egipto atraviesa una situación por la cual es necesario apretarse el cinturón. Es el precio que tenemos que pagar», señaló este catedrático que ha impartido clases en universidades de El Cairo, Kuwait, California y La Sorbona.
Nombrado Caballero de la Legión de Honor en Francia en 1992, asumió un papel activo tras el triunfo de la revolución egipcia. Fue uno de los fundadores del Partido Socialdemócrata y resultó determinante en el cambio de postura del Gobierno para la negociación de un importante préstamo del Fondo Monetario Internacional, que todavía no se ha cerrado. Su perfil menos polémico y marcado que otros candidatos lo convierte ahora en la mejor apuesta para restablecer una estabilidad que parece perdida.