MUNDO

La violencia rompe el frente promilitar

La coalición contra los Hermanos Musulmanes se debilita al desvincularse del golpe de Estado los salafistas de Al Nur

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La coalición era frágil y no ha podido soportar los muertos que se van amontonando. El abandono ayer de los salafistas de Al Nur, el único grupo islamista que había apoyado a los militares, del nuevo proceso político egipcio, sitúa a la flamante Administración en una posición complicada, desde la que cada vez resulta más difícil justificar que el paso dado por el Ejército contra el ya expresidente Mohamed Mursi no supone un ataque al islam político.

El grupo salafista anunció ayer que ponía fin a todas las negociaciones con las nuevas autoridades tras la muerte de medio centenar de manifestantes islamistas frente a la sede de la Guardia Republicana a manos del Ejército. «Queríamos evitar el derramamiento de sangre pero finalmente se ha acabado vertiendo», señaló Nader Bakkar, el portavoz de la formación. Al Nur aseguró ayer que no podían mantenerse en silencio tras la «matanza» pertrechada durante la madrugada y criticó la reacción «desproporcionada» del Ejército.

El partido, que obtuvo una cuarta parte de los escaños en las últimas elecciones parlamentarias, nunca ha sido tan influyente como ahora. Aunque cuando eran aliados de los Hermanos Musulmanes consiguieron concesiones por parte de la cofradía en cuestiones como el papel de la religión en la Constitución, ha sido tras el golpe que los militares han dado a Mursi y a la hermandad que Al Nur se ha encontrado con un considerable poder de influencia. Su veto sobre Mohamed el Baradei, por ejemplo, como nuevo primer ministro egipcio echó por tierra una decisión que ya había sido anunciada a los medios de comunicación.

La violencia desatada ayer en El Cairo marca un antes y un después en este nuevo y complicado periodo de transición, y no solo ha obligado a Al Nur a posicionarse, sino a islamistas más moderados como al exhermano musulmán Abdelmoneim Abul Futuh. El que fuera candidato a las presidenciales de 2012, feroz crítico con Mursi, pidió ayer la dimisión del nuevo presidente Adli Mansur por la masacre, y evidenció nuevas grietas y debilidades en la nueva coalición. Mansur anunció ayer lo mismo que todos los gobiernos desde la revolución cuando se han enfrentado a episodios violentos: una comisión para estudiar lo sucedido. La experiencia de la transición dicta que pocas veces se llegan a conocer los resultados de estas comisiones.

Pese a sus ideas ultraconservadoras radicales, Al Nur ha demostrado una gran sensatez política, que algunos califican de matemática electoral, ya que pesca en la misma charca de voto piadoso que la cofradía islamista. Desde la cúpula se ha pedido a sus seguidores que no participaran en las protestas ni a favor ni en contra del expresidente Mursi para no añadir más combustible al inflamable panorama egipcio, y ayer se sumaron a la propuesta del jeque de Al Azhar, Ahmed el Tayeb, de formar un comité de reconciliación nacional que evite que el país «caiga en la guerra civil». Pese a haber abandonado las negociaciones con la coalición promilitar, Al Nur y su grupo ideológico matriz, la Dawa Salafiya, ha pedido un «diálogo nacional sincero», en el que estén verdaderamente representadas todas las facciones. Aunque la reconciliación está en boca de todas las figuras políticas, parece difícil que, en vista de los acontecimientos de los últimos días, las nuevas autoridades estén dispuestas a incluir a los Hermanos Musulmanes en sus decisiones, o que estos acepten formar parte de esta nueva transición. Una peligrosa línea roja se cruzó ayer y cada vez parece más difícil echar marcha atrás. El cierre de las sedes del brazo político de los Hermanos Musulmanes, donde la Fiscalía dijo ayer que se habían encontrado armas, y la detención de un buen número de sus líderes parecen atender más a un intento de acabar con las capacidades de la cofradía para volver a organizarse.

La reacción en la calle a la violencia desatada ayer tampoco augura que se pueda poner fin a corto o medio plazo al cisma abierto en la sociedad egipcia.

Ayer era prácticamente imposible seguir una cobertura medianamente imparcial de lo ocurrido a través de los canales de televisión egipcios, que repetían hasta la saciedad una u otra versión de los hechos. Interpretaciones y argumentarios que se repetían como ecos en cafés, portales y oficinas para justificar los hechos.