La transición se abre paso a tiros
Al menos 51 personas mueren frente a un cuartel de la Guardia Republicana durante una protesta de los Hermanos Musulmanes
EL CAIRO.Actualizado:«Lo primero fue el olor a gas. Estábamos en mitad del rezo y todos lo sentimos, pero seguimos orando. Después empezaron los gritos y el sonido de las balas, entonces nos pusimos a correr». Abdul Mahmoud está vivo de milagro. Rezaba en la acampada de los Hermanos Musulmanes frente al cuartel de la Guardia Republicana, una de las tres protestas de la hermandad, cuando empezó el tiroteo en el que al menos 51 personas perdieron la vida, todos menos un militar, seguidores de los hermanos. Abdul se recupera ahora a la sombra de un toldo, tirado en el suelo boca abajo en la parte exterior de la mezquita de Rabaa Al Adawiya, plaza ocupada por el movimiento islamista muy próxima al lugar de los hechos y donde se encuentra el hospital de campaña a donde llegaron todos los muertos y heridos. No puede apoyar la espalda porque tiene veinte perdigonazos que muestra levantándose la camiseta.
La transición en Egipto ya tiene su primera gran matanza y aunque el presidente interino, Adli Mansur, ordenó la apertura de una comisión de investigación para esclarecer los hechos, lo mismo que pidieron desde las filas de la coalición liberal del Frente de Salvación Nacional (FSN), los Hermanos Musulmanes tienen muy claro lo ocurrido.
El relato de los hechos de Abdul es el mismo del de todas las víctimas consultadas en el hospital. En medio del Fajr (primera oración del día), pasadas las tres de la mañana, el Ejército lanzó gases contra la multitud, después irrumpió con un vehículo blindado para derribar las barricadas levantadas por los manifestantes y una vez dentro «hombres con capuchas y máscaras antigás dispararon contra todos con pistolas, fusiles de asalto y escopetas, también tuvieron apoyo de francotiradores desde azoteas. ¿Ataque terrorista? ¿Cómo se explica entonces que la mayoría tengamos los impactos de bala en la espalda? Estábamos huyendo despavoridos», afirma desde la camilla Abdelhadi Mohamed, un hombretón de 45 años de Alejandría que luce una camiseta con la fotografía de Mohamed Mursi.
Una versión distinta de la militar que afirma que «una banda armada atacó a los manifestantes» y el Ejército respondió con «disparos al aire y granadas de gas lacrimógeno», según el portavoz de las fuerzas armadas, general Ahmed Ali, que señaló que había muerto un militar y otros 42 habían resultado heridos en los choques. El mando militar advirtió que no permitirá «ninguna amenaza a la seguridad nacional egipcia, sean cuales sean las circunstancias».
Abdelhadi Mohamed tiene dos impactos de bala en el hombro y en la pierna. Primero fue evacuado en motocicleta hasta este hospital y después le derivaron a un centro público. «Pero se negaron a atenderme y tenía miedo de que me detuvieran, ahora piensan que todos somos terroristas, por eso he vuelto», afirma mientras muestra el resto de una de las balas que le acaban de extirpar. Abdelhadi llevaba cuatro días en la acampada frente a la Guardia Republicana, donde supuestamente se encontraría retenido el expresidente Mursi. Imam de una mezquita en su vida cotidiana, en la protesta formaba parte del equipo de seguridad al que le tocó hacer frente a la llegada de los militares, pero «solo pudimos correr, no estamos armados».
La noticia del ataque llegó rápido a los médicos del hospital de campaña y algunos como el doctor Imad Khedr trataron de llegar al lugar de los hechos. «No había manera de acercarse porque el Ejército mantenía cerrados los accesos. Los heridos fueron evacuados en coches privados, motos o sacados a hombros, solo con el paso de las horas pudieron entrar las ambulancias. Ni los israelíes se hubieran portado así con su enemigo, nos han tratado como perros», denuncia este cirujano de 50 años con rabia. «Al tratarse de un sitio tan pequeño muchos han muerto esperando a ser atendidos, no dábamos abasto. Después, en ambulancias, han salido para algunos hospitales próximos y de allí los muertos a sus lugares de origen con sus respectivas familias», lamenta el doctor.
Intifada nacional
La matanza obligó a los hermanos a abandonar la protesta frente a la Guardia Republicana, solo un grupo se mantiene atrincherado en la mezquita de Al Mustafa, pero no silenció las concentraciones de Rabaa Al Adawiya y de la Universidad de El Cairo. Durante la tarde miles de personas quisieron homenajear a los caídos. «Es momento del ramadán -el mes sagrado del ayuno que empieza hoy- y de empezar una intifada pacífica en todo Egipto», declara Mohsen Radi, exparlamentario de la hermandad que piensa que «esto tiene que servir de punto de inflexión para que la situación cambie. La gente ya ha abierto los ojos y ve de lo que es capaz el Ejército. No podrán con nosotros por la fuerza y no tenemos nada que negociar: Mursi debe volver porque el pueblo le votó».
La hermandad planea «protestas en las plazas de cada capital de provincia y una huelga general como medidas iniciales», asegura Yousef Talaat, responsable de comunicación de la cofradía, que lamenta que «nadie del Frente de Salvación Nacional se ha puesto en contacto con nosotros para mostrarnos su solidaridad tras lo ocurrido, ellos también tienen culpa de esta sangre por haber respaldado el golpe».