La peor pesadilla de un piloto sin experiencia
El comandante del avión estrellado en San Francisco nunca había aterrizado allí con un Boing 777
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarMomentos antes de que el avión se estrellara, Fei Xiong tranquilizó a su hijo, que miraba con tensión por la ventanilla. «El avión se va a caer, está demasiado cerca del agua», dijo el pequeño de 8 años. «No te preocupes, cariño, no pasa nada», contó la superviviente del vuelo 214 de Asiana Airlines. Sabía que en San Francisco los aviones parecen aterrizar en medio del mar. Lo que desconocía es que un piloto que nunca había aterrizado allí un Boeing 777 estaba a los mandos, sin el sistema de aterrizaje automático al que estaba acostumbrado.Toda la atención estaba ayer en Lee Kang-kook, o Lee Gang-guk, la fonética de su nombre varía según quien la escriba. El piloto coreano de 46 años tiene en su hoja de servicios más de 10.000 horas de vuelo desde 1994, pero sólo 43 en un Boeing 777.
Algunas versiones dicen que nunca había aterrizado ese aparato, otras que nunca lo había hecho en San Francisco, un aeropuerto más complejo que la mayoría, que desde el mes pasado tiene desconectados algunos de los instrumentos que ayudan a aterrizar automáticamente. La aerolínea admite que estaba siendo entrenado en ese tipo de avión por el hombre que viajaba junto a él de copiloto, Lee Jung-min, que tiene mucha experiencia en ese tipo de aviones, pero al parecer ninguna como entrenador.
La posibilidad del fallo mecánico ha pasado a segundo plano al saberse que el aparato tenía sólo siete años de vida y había sido revisado el mes pasado. Las cajas negras recuperadas en la escena confirman lo que pasajeros y testigos notaron momentos antes del accidente en el que milagrosamente sobrevivieron casi todas las 307 personas que iban a bordo: el avión volaba demasiado lento y cercano al mar. Tanto, que siete segundos antes una alarma en la cabina avisó al piloto de que el motor se iba a calar. Una voz en la cabina registrada en las cajas negras le avisa de que tiene que acelerar. El piloto comprendió que todo iba mal y un segundo y medio antes intentó abortar el aterrizaje. Al levantar el morro, la cola del avión tocó el suelo y se desprendió de cuajo.
Dentro, las luces se apagaron, saltaron las máscaras de gas y los pasajeros sintieron un golpe brusco. El aparato empezó a dar tumbos, las maletas de los compartimentos superiores cayeron sobre los pasajeros. Las azafatas que intentaban abrir las rampas de emergencia tuvieron peor suerte. Dos de las deslizadoras se inflaron hacia dentro y las atraparon debajo. Lee Yoon-hye, azafata que al parecer fue la última persona en abandonar el avión en llamas, contó cómo sus compañeros tuvieron que cortar las rampas a hachazos para evitar que sus colegas murieran ahogadas. Sólo las situadas en el lado izquierdo se abrieron correctamente.