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Un concierto con carencias

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Cuando un gran artista de reconocido prestigio, éxitos a raudales y premios por doquier viene a una ciudad, lo mínimo que se espera es que la organización del concierto esté a la altura del nivel del músico. Pero esta premisa no se cumplió el sábado por la noche en Cádiz, donde se recibió con los brazos abierto a Alejandro Sanz

Desde el pasado miércoles por la tarde, las primeras fans del artista ya habían colocado sus enseres para afrontar tres largos días a la espera de su ídolo. Un grupo de doce que hicieron turnos para guardar el sitio y entrar en el estadio las primeras a un recinto que debía abrir sus puertas el sábado a las ocho y media.

Poco a poco otros seguidores fueron uniéndose a las primeras de la fila, para llegar al sábado por la mañana y comprobar que, a pesar de las altas temperaturas y de un insoportable viento de levante, todo vale para ver a Alejandro.

Así son los fans. Lo dan todo por su artista. No les importa pagar cuarenta euros y dormir en el suelo porque lo hacen con la ilusión de estar a pocos metros de él. Y es precisamente esta devoción la que debe ser devuelta por el artista y su equipo a modo, como mínimo, de organización y puntualidad. Dos de los elementos que fallaron el sábado.

El concierto estaba previsto para las 22.30 horas, pero 'problemas técnicos' aludidos al levante retrasaron casi una hora la actuación de Alejandro Sanz. Las puertas se abrieron a las nueve y media, una hora después de lo anunciado, y a pesar de que las entradas estaban numeradas y de que cada uno tenía su espacio asignado, sólo se dispuso una fila, una única cola para dejar pasar a 15.000 personas. A las once de la noche, la mitad del público seguía fuera del recinto.

A las 23.20 horas salió el artista por fin al escenario, un montaje que terminó de armarse momentos antes de la hora prevista de apertura de puertas y cuyo sonido dejó mucho que desear para los que no tuvieron más remedio que comprarse las entradas designadas para las gradas laterales. El viento de levante, otra vez, se llevó con él el sonido y dejó al público gritando 'No se oye' desde el principio del concierto.

En resumen, parece que más de veinte años de carrera no son suficientes para asegurar el mejor concierto a los que le esperaban desde hace nueve años.