«Alejandro, si quieres te cuento por qué te quiero»
Las fans del cantante llevaron con buen humor y muchas anécdotas la larga espera para entrar al estadio
CÁDIZ.Actualizado:Cual corte de un rey sin cetro ni corona, siguen sus pasos sin perder hilo de dónde va o viene. Itinerantes, más de una (y algún uno) es el elemento en común en cada ciudad que él actúa. No es para menos, para referirse a él les sobra hasta el apellido. Es, simplemente, Alejandro. De él saben cada detalle de su vida y obra. Lo quieren como alguien de su familia, aunque cuenten por minutos el tiempo que han estado con su Alejandro en persona (si es que han llegado a conocerlo en distancias cortas). Para ellas es Magno, aunque al poco de comenzar decidiera cambiar a Sanz. Alimentan su reinado en la música española con devoción casi fervorosa y ayer volvieron a dejarlo claro.
Contra viento y marea (sobre todo, contra viento) resistieron ayer los incondicionales de Alejandro Sanz por hacerse con el mejor sitio. Apostados con sillas, sombrillas o neveras; descontaban minutos, horas e incluso días para acceder al Estadio Carranza. Y es que la cola para el concierto comenzó el pasado miércoles. Ahí fue cuando las primeras incondicionales plantaron su campamento en la puerta del Fondo Norte del Estadio. A las más avezadas les siguió un paisaje de fans mayoritariamente femenino que pobló los alrededores del estadio en una afluencia que fue en aumento desde el mediodía del viernes hasta la tarde del sábado, cuando la cola llegó al Fondo Sur.
Para soportar la espera; cartas, víveres y mucha charla con un protagonista, Alejandro Sanz. Se cotizaban alto las anécdotas protagonizadas por quien las contaba y el cantante. A cual más pintoresca y, a ser posible, cercana.
Mediodía del viernes
Alejandro, como ella lo llama, les hizo amigas. Y así recalaron en Cádiz un grupo de cuatro amigas de Málaga, Huelva y Madrid, con un denominador común: su pasión por Sanz. Tanto como para pasar toda la noche del viernes al amparo del Fondo Norte «con mucha rasca», como contaba ayer Victoria Charneco. La onubense ya ha perdido la cuenta del número de conciertos al que ha acudido, conoce en las distancias cortas al cantante después de varios encuentros en puertas de hoteles o firmas de discos.
Victoria ha crecido escuchando su música desde los 11 años. Ahora, pese a los compromisos de familia y trabajo es una verdadera incondicional de todos sus conciertos. «Las primeras de la cola nos conocemos ya de otros conciertos. Siempre somos las mismas», reconoce entre risas.
Madrugada del sábado
Victoria y sus amigas ya andaban envueltas en mantas cuando Montse Rodríguez y Ana María Bando, sevillanas de 40 y 35 años respectivamente, llegaron a la cola. El reloj marca las tres de la madrugada y allí están dispuestas «a aguantar lo que haga falta, sarna con gusto no pica. Las amigas se conocieron a través de Twitter y les une su afición a Sanz. Montse lo conoció hace más de 20 años. En ese lapso de tiempo se ha casado y ha tenido dos hijos que ahora también son aficionados: «Solo no lo he conseguido con mi marido. Yo creo que le tiene pelusilla a Alejandro». Ayer vino con su amiga y allí se encontró con Sandra Montero y Juan Garzón, conileños en su primer concierto de Sanz. Escuchan con atención la erudición 'alejandrista' de las sevillanas. «En cada concierto se ha ido mejorando», les avanza Ana María. Entre anécdotas, mucho levante y viento pasa la noche y llega el día del esperado concierto.
10.00 horas
A las 11.00 horas la cola ya empieza a hacerse visible. Gira la esquina entre Fondo Norte y Tribuna. La levantera sopla sin piedad y el sol pega de justicia, ya no hay mantas. En su lugar, bocadillos, mucha agua y refrescos. Desde las nueve de la mañana han ido llegando fans, como María, Paula y Gema, todas entre 20 y 21. De hecho, si hay algo que caracteriza a la cola en constante crecimiento es su diversidad: mujeres y hombres de todas las edades.
Entre ese público minoritario masculino está Antonio Mariscal, de 24 años. Ha estado en los conciertos de Madrid, Granada y Cádiz. No viene solo, su novia, Tamara Braza, aguarda la cola con paciencia. Los dos han heredado su afición de sus respectivos hermanos mayores y ahora están en la esquina del Estadio. No son nuevos en esto de las colas, ya aguantaron 26 horas para las colas del Concurso de Carnaval del Falla y no tienen duda: «Nos quedamos con una cola de Alejandro».
13.00 horas
La acera de Tribuna ya es testigo del amor por Sanz. Sentada en su silla de playa, a la sombra, está Esther Díaz, venida desde Madrid. «Queríamos estar en primera fila pero nos hemos puesto muy tarde en la cola», reconoce con resignación. Algo interrumpe sus anécdotas: la cola se mueve. La gente se pone nerviosa y surgen las primeras quejas. En una misma cola conviven los que van a pista y los que van a zona premium como Esther: «No está bien organizado».
17.00 horas
Milagros y María Domínguez se incorporan a la cola a las 17.00 horas con una sonrisa de oreja a oreja. Vienen con una amiga y su sobrina desde distintos puntos de la provincia y han recalado en el Fondo Norte. Su alegría crece cuando descubren que no tienen ni que hacer cola, ya que llevan entradas numeradas. No importa, esperan con el resto, charlan con el personal y se hacen fotos. De paso, Milagros cuenta su historia con Alejandro: una de las buenas. La gaditana de 48 años trabaja en un hotel de Zahara de la Sierra, el mismo en el que se ha quedado Alejandro Sanz ya en dos ocasiones. Las dos veces le ha tocado en su planta. «Le he limpiado su habitación, ordenado su ropa y hecho su cama. No todo el mundo puede decir lo mismo», reconoce entre risas.
21.30 horas
Los fans sufren los rigores de los retrasos del concierto. Los alrededores del Estadio son un verdadero hervidero. Los ensayos ya han comenzado en el interior, los fans comienzan a cantar, animados porque el momento de entrar se acerca. Saray Sesé, Almudena Molina, Patuky Hernández y Rocío Sánchez parecen alcanzar la gloria con la punta de los dedos. Están de las primeras de la fila premium y comienzan a entrar. Equipadas con camisetas rosas, no pueden ocultar su ilusión, después de estar esperando en la cola 26 horas. Conocen a Alejandro desde que era Magno y están dispuestas «a darlo todo» pese al cansancio. No es de extrañar, sus camisetas lucen donde la espalda pierde su nombre el siguiente mensaje: «Si quieres te cuento por qué te quiero...»