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FÚTBOL

Fichajes innecesarios

Muchos clubes adquieren jugadores en el mercado sin necesidad, por el simple hecho de ilusionar a la afición o arrebatárselo a un rival

MANUEL CASTILLA
MADRIDActualizado:

Otro verano más en el que los clubes buscarán en el mercado jugadores con los que reforzar su plantilla. Una vez finalizada la temporada, toca hacer balance del juego que se ha llevado a cabo y analizar en qué y dónde se ha fallado. Tras ello, los directivos se ponen en marcha para fichar futbolistas de un perfil determinado con los que hacer el conjunto más competitivo e intentar aspirar a objetivos más importantes.

Adquirir nuevos componentes a la plantilla es una moda que se ha extendido en todos los clubes sobre todo en los últimos años. No hay club que no incorpore, aunque sea, un jugador. El problema es que, en muchos clubes, estos fichajes no se hacen para reforzar el conjunto (ya que la incorporación no aporta nada que no tengan ya), si no que se hace para ilusionar a la afición. Un ejemplo es el caso de Isma López, un delantero de 23 años que llegó al Athletic Club tras una espléndida temporada con el Lugo y que ilusionó a la grada, pero que sólo jugó ocho partidos de Liga ya que Aduriz, Toquero, e incluso Llorente le cerraron el paso. ¿De verdad no se podía haber ahorrado esa ficha el club vasco?

Pero el objetivo no sólo conseguir la esperanza de los aficionados al hacer estos fichajes. Otro motivo de peso es el de quitar un buen jugador a un club rival. Más que una preocupación por reforzar tu equipo, es una ansiedad para que el contrincante no adquiera futbolistas de un nivel similar al que tienes. Para hacerlo, es necesario ser un club con un gran poder adquisitivo, como Real Madrid o Barcelona. Un ejemplo es el de Isco, un grandísimo jugador que llega a la entidad blanca, donde ya se encuentran estrellas como Modric, Kaka u Özil que nada tienen que envidiar a la perla malagueña. ¿Era necesaria su incorporación para mejorar la calidad del equipo? No, pero se evitó que se fuese a un club adversario en Europa como lo es el Manchester City.

En definitiva, los fichajes que están dirigidos a la afición o a arrebatar una estrella al rival sólo producen mal ambiente en el vestuario. Todos quieren jugar y no hacerlo produce una frustración que se convierte poco a poco en una bomba que cuando estalla, afecta a todo el grupo. Eso fue lo que pasó en el Barcelona en el 2007. Edmilson, que sólo jugó 15 partidos esa temporada, denunció la presencia de una «oveja negra» en el vestuario azulgrana, lo que provocó un guerra interna en la plantilla que acabó con un cambio de ciclo.