Medio siglo de novela
Argentina celebra 50 años de ‘Rayuela’ con el lanzamiento del Año Cortázar
MADRIDActualizado:Medio siglo no es nada. Hace ahora cincuenta años veía la luz una de las novelas fundamentales del siglo XX, ‘Rayuela’. Julio Cortázar, que hasta entonces se había dedicado a cultivar el relato breve, estaba ansioso de escribir una novela de vanguardia. Por algo fue considerada por algunos una “contranovela”. ‘Rayuela’ posee el aliciente de que puede leerse de tres maneras diferentes: de forma tradicional, desde la primera a la última página; saltando y alternando capítulos según un ‘tablero de dirección’, o como al lector le plazca, una posibilidad que también el autor exploró en una obra posterior, ‘62/ Modelo para armar’.
‘Rayuela’, la revolucionaria obra de Cortázar, salió de la imprenta el 28 de junio de 1963 y fue traducida a 30 idiomas. Aunque para algunos críticos la obra, publicada por Editorial Sudamericana, ha envejecido mal, está claro que sigue siendo un icono del ‘boom’, esa pléyade de escritores que venían de la otra orilla del Atlántico y que dejaron anonadados a un público ávido de nuevas historias.
«Quiero escribir otra novela, una más ambiciosa, que será, me temo, bastante ilegible; quiero decir que no será lo que suele entenderse por novela, sino una especie de resumen de muchos deseos, de muchas nociones, de muchas esperanzas y también, por qué no, de muchos fracasos. Pero todavía no veo con suficiente precisión el punto de arranque». Estas palabras las redacto en una carta Cortázar y son todo un testimonio de la audaz empresa que se proponía.
‘Rayuela’ cuenta la historia de Horacio Oliveira, un hombre perdido en los vericuetos de París, y la Maga, una uruguaya que viaja a capital francesa con su hijo. La Maga es ingenua, tierna y distraída, ignorante de tantas cosas que hasta esa carencia de que adolece suscita la envida de los integrantes del Club de la Serpiente, los amigos de Horacio que discuten sobre las cosas más variopintas,
Argentina, la patria de Cortázar (si bien el escritor nació en Bruselas), celebra el 50 aniversario de la publicación de este texto mítico sin grandes alharacas, pero con la intención de que estos meses sean la antesala de Año Cortázar, que se desarrollará durante 2014. Y es que el año que viene se cumple un siglo del nacimiento del escritor. Para celebrar el medio siglo de ‘Rayuela’, una exposición festeja en Buenos el feliz alumbramiento de una novela que transcendió las fronteras de las literaturas para proponer otro modo de vivir.
Con su escritura hipnótica y subyugante, Cortázar trajo al género novelesco aires de renovación, de suerte que algunos se preguntan si hoy vería la luz una obra tan rupturista, con un mapa editorial tan conservador y encorsetado. Cincuenta años después, el lector de ‘Rayuela’ tiene la oportunidad de perderse en un laberinto, de transitar de la cultura latinoamericana a la europea. La muestra oficial sobre ‘Rayuela’ es además el marco elegido para presentar el Año Cortázar 2014, que homenajeará al también autor de ‘Bestiario’ (1951) y ‘El Libro de Manuel’ (1973), entre una treintena de títulos, al cumplirse el 26 de agosto del año próximo el centenario de su nacimiento en Bruselas, Bélgica.
Hijo de padres argentinos, Cortázar llegó a Buenos Aires a los cuatro años, pasó su infancia en la ciudad de Banfield, en la periferia sur de la capital, se graduó de maestro en una escuela pública porteña y trabajó como docente en varios pueblos de Argentina, sin poder terminar sus estudios universitarios por razones económicas.
En 1951, se instaló en París donde trabajó como traductor independiente de la Unesco y siguió escribiendo, sin perder sus vínculos con los movimientos políticos y creativos latinoamericanos. Cortázar fue un admirador de la revolución cubana y a finales de los setenta simpatizó con el Frente Sandinista de Nicaragua, país al que donó los derechos de su libro ‘Los autonautas de la cosmopista’, escrito en colaboración con su esposa Carol Dunlop y editado en 1983, poco antes de su muerte el 12 de febrero de 1984 en París, donde su tumba en el Cementerio de Montparnasse es una atracción para miles de turistas.