Teatro de verano
Actualizado:Para prevenir el sopor estival y la desgana que produce el calor se inventaron las serpientes de verano, noticias irrelevantes, frívolas o increíbles que se publican –más bien se publicaban– durante las vacaciones para mantener despierto a un personal aletargado de canículas y tintos de verano. Luego llegaron la crisis, los escándalos, las corruptelas, los sobres, la jueza Alaya, y las serpientes se convirtieron en auténticos nidos de reptiles, tan cotidianos, tan de todos los días que ya no hacía falta hacer malabarismos para mantener un ritmo informativo que se antojaba constante y siempre llamativo. Porque nada podía alterar más de lo alterable esta atención tensa y sostenida con la que nos hemos acostumbrado a pasear. Es por eso por lo que, aunque todas las víboras y culebras de este país hubieran firmado acuerdo para salir a escena, por aquí abajo, andamos como Santa Teresa: nada nos turba, nada nos espanta.
Ni siquiera nos turba la opereta que el PSOE está ensayando y que pretende estrenar a finales de este mes. Ni Alfonso Paso lo hubiera hecho mejor. Tres candidatos –de momento–, tres caracteres distintos, tres tipologías del mamarrachismo español. La protagonista joven –ni necesariamente preparada ni ingenua–, el antagonista señor maduro –no necesariamente experimentado– y el gracioso –tan necesario en el teatro hispánico–. Ahí lo tienen, unas primarias en mitad del verano han sido capaces de eclipsar los escándalos de Bárcenas –al que Rajoy trata como a Lord Voldemort, el innombrable–, el golpe de estado egipcio, las peripecias de Evo Morales sobrevolando Europa con o sin compañía, la abdicación de Alberto de Bélgica –van dos en menos de seis meses-, la subida de la luz y hasta las segundas rebajas.
El perfil político de Susana Díaz es el propio de su tiempo. Sin más preparación académica que la que avala un título universitario –sin más–, sin idiomas, sin experiencia en el mundo laboral… sigan, sigan. El mismo perfil que encuentra en todos los partidos políticos de este país donde se ha dado asilo y cobijo a militantes del ‘buscouncuelo’. En el PSOE, en el PP, en IU y en donde ustedes gusten de buscar. Un perfil que produce rechazo en el soberano pueblo, pero que viene avalado por las viejas glorias de la política –no, yo tampoco entiendo por qué–. A Luis Planas habría que preguntarle todavía muchas cosas, –fantástico el titular de la entrevista que le hacía Lalia González-Santiago esta pasada semana–, preguntarle qué significa «en esta vida he sido muy mío» o como piensa aguantar los bofetones que le van a llover hasta fin de mes. Y el pequeño Bill Gates, que heredó –literalmente– la alcaldía de su padre, tiene su gracia y su punto para esta Andalucía imparable, una Andalucía que perdió los frenos y el norte hace mucho tiempo.
No sé qué nos deparará el otoño –lo dijo Rubalcaba, en relación al paro, pero parecía más una canción del trío Acuario– pero el verano ya está servido. Y otra vez la oposición va a servir la mesa de los que celebran sus derrotas por adelantado. Así no hay manera de que esto cambie. Este teatro lo hemos visto cien veces.
Igual que mi madre, que hace hoy exactamente ochenta años que anda viendo girar el mundo. En este tiempo las ha visto duras, maduras y hasta podridas, como ahora. Y le ha dado tiempo a ponerse, componerse y recomponerse tantas veces que ya ni se acuerda, pero ahí está, viendo cómo gira el gran teatro del mundo. Al fin y al cabo, todo es cuestión de tiempo, o eso espero.