Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Los opositores egipcios celebran junto a los militares desplegados la destitución de Mursi. :: AFP
MUNDO

Los árbitros interesados de la nación

El Ejército egipcio vuelve a convertirse en árbitro del polarizado panorama político del paísLas Fuerzas Armadas aprendieron a convivir con los Hermanos Musulmanes, pero ahora temen por su imagen en una situacion inestable

P. ROSAS
EL CAIRO.Actualizado:

Solo se apartaron de la foto, pero nunca llegaron a irse. El Ejército, una de las instituciones más respetadas en Egipto, ha vuelto a convertirse en el gran demiurgo de la política del país, erigiéndose como defensor de la «voluntad del pueblo» y árbitro del polarizado e irreconciliable panorama político. La imagen de la institución ha experimentado una recuperación exprés.

Si hace poco más de un año cientos de miles de ciudadanos rechazaban en la plaza Tahrir con una sola voz al Gobierno de la junta militar que se prolongó durante 18 meses, ayer la mayoría de los manifestantes, como durante la revolución de 2011, volvieron a recibir los tanques en este ágora con vítores y aplausos.

Las Fuerzas Armadas insisten en que su intención no es regresar a la primera fila de la política y miles de egipcios, muchos de los cuales se opusieron a la junta militar, han abrazado con confianza esta intervención de los uniformados. Si se trata de un caso de amnesia colectiva -como denuncian algunos de los activistas que pelearon por sacar a la luz los abusos de la junta militar-, o efectivamente esta nueva mediación del Ejército solo busca salvaguardar la paz social, aún es pronto para saberlo.

No parece, sin embargo, que la ideología haya sido un factor determinante en la intervención de las Fuerzas Armadas. Los militares y los Hermanos Musulmanes, enemigos acérrimos durante los últimos 60 años, habían aprendido a convivir juntos desde la caída de Hosni Mubarak. Aunque tuvieron sus desencuentros, la cofradía comprendió pronto que los militares no tenían intención de interferir en la gestión del día a día, siempre y cuando, eso sí, sus intereses se mantuvieran a buen recaudo.

El pragmatismo se impuso en la hermandad. La Constitución que se aprobó a finales del año pasado, redactada en su mayoría por islamistas, garantizaba la independencia de las Fuerzas Armadas, que no necesitan rendir cuentas al poder civil electo y disponen de casi completa autonomía para gestionar su presupuesto y sus intereses.

Sin embargo, la situación cada vez más explosiva en las calles y la incapacidad del presidente Mohamed Mursi y su Gobierno para rebajar la tensión y llegar a acuerdos con la oposición han acabado por forzar su intervención por temor a que un estallido de violencia acabe por afectar a la institución.

No cabe duda de que «el Ejército optará siempre por respaldar sus propios intereses, y que acabaría por ponerse de parte del grupo que acabara siendo más grande», señala Ziad Akl Musa, analista del Centro de Estudios Estratégicos y Políticos Al-Ahram.