Alberto II da paso a una nueva generación
El rey de los belgas abdica en su hijo Felipe ante la perspectiva de otra crisis institucional en el país tras las elecciones de 2014
BRUSELAS.Actualizado:Alberto II, rey de los belgas, siguió ayer el camino abierto por la familia real holandesa y anunció su abdicación dentro de menos de tres semanas. Apenas unos meses después de que la reina Beatriz de Países Bajos cediera el testigo a su hijo, su vecino del Sur optó por una decisión idéntica para dar paso a una nueva generación. «Estoy a punto de cumplir los 80, una edad a la que nunca llegaron mis predecesores en el ejercicio de sus funciones», constató durante un discurso televisado. Aunque todavía le persiguen varias polémicas como la de su hija ilegítima o los líos con los impuestos de Fabiola, todo indica que su renuncia está vinculada con las elecciones de 2014. Entonces, se espera una nueva crisis institucional que puede amenazar la unidad del país.
El príncipe Felipe, de 53 años, sucederá a su padre el próximo día 21. Alberto II ha elegido esa fecha porque se trata de la fiesta nacional y coincide con el aniversario de sus veinte años de reinado. Durante su mensaje a la nación, en francés, flamenco y alemán en consonancia con los tres idiomas del país, insistió en que sus fuerzas no le permiten seguir adelante. «Estoy convencido de que ni mi edad ni mi salud me permiten ejercer mis funciones como querría», remarcó. En los últimos meses, no se recuerda que haya sufrido ningún problema grave, pero acumula al menos seis operaciones de distinta índole. «Continuar supondría faltar a mi deber y a mi manera de entender el cargo», agregó.
El monarca, que también repite la abdicación escenificada por su padre tras la Segunda Guerra Mundial, ofreció todo su respaldo a su heredero. «El príncipe Felipe está bien preparado. Tiene, junto a la princesa Matilde, mi entera confianza», subrayó. Pese a que justificó más su decisión por su estado de salud, emuló el discurso de la soberana holandesa poniendo el acento en la necesidad de «pasar la antorcha a la próxima generación». «La institución real debe evolucionar con el tiempo», profundizó antes de deshacerse en elogios hacia sus conciudadanos. «Con una población tan rica en talentos, diversidad, energía y generosidad, el futuro de nuestro país está en buenas manos», apostilló.
El primer ministro belga, el socialista Elio di Rupo, abogó por rendir tributo al «coraje y la valentía» del monarca durante sus dos décadas de reinado. Más allá de las alabanzas, sin embargo, se conoció que el mandatario había intentado frenar la abdicación. La interpretación se desprende de una carta remitida por el propio soberano en la que le transmite «con pesar» la confirmación de su renuncia. Aunque se especula desde hace un año con el relevo en el trono, algunos políticos apostaban por la continuidad de Alberto II hasta las elecciones de 2014. A la vista de lo sucedido en las últimas citas electorales, se teme que los independentistas flamencos obtengan una rotunda victoria que vuelva a situar al país al borde de la fractura por las diferencias lingüísticas.
«Dividido y bloqueado»
El líder de los soberanistas neerlandófonos, Bart de Weber, aludió a los temores políticos al analizar la abdicación. «Somos conscientes de hasta qué punto puede pesar la función real en un país dividido y bloqueado», resaltó el también alcalde de Amberes. Fue una concentración testimonial, pero un grupúsculo de militantes independentistas reclamaron en las calles de Bruselas una república flamenca. Al contrario, decenas de personas se acercaron hasta el Palacio real para cantar el himno nacional y expresar todo su cariño al futuro rey. Una encuesta reciente indicaba que el 54% de la población apostaba por la continuidad de Alberto II frente al 21% que defendía la subida al trono de Felipe.
Si los comicios del año próximo arrojan un contundente triunfo independentista flamenco, el papel del rey será todavía más primordial a la hora de dirigir las negociaciones. Tras las últimas elecciones, los partidos necesitaron 18 meses para formar gobierno, un desgaste para el que no se siente con fuerzas el soberano. De Weber, que no ocultó los desacuerdos con el monarca, también reconoció las luces de su reinado y lamentó que al final su «reputación» se haya visto afectada por el caso de su hija ilegítima. Esta cuestión dominó buena parte de la actualidad del país a lo largo del mes pasado. Delphine Boël acudió a las tribunales para exigir que Alberto II y Felipe accedieran a realizarse las pruebas de ADN para certificar su descendencia del monarca.
Pese a que el rey reconoció en 1999 que tuvo una hija fuera de su matrimonio con la reina Paola, Boël no ha sido reconocida jamás como descendiente legal. Se espera una larga batalla en los tribunales, pero tras la abdicación el caso podría resolverse con mayor facilidad. En los últimos meses, además, la familial real se ha visto salpicada por una fundación creada por Fabiola que permitía a sus herederos librarse de pagar el impuesto de sucesión. Aunque la viuda de Balduino dio marcha atrás, la polémica desembocó en un profundo cambio de las asignaciones públicas que reciben todos los miembros de la realeza. A partir de ahora, deberán pagar impuestos y las partidas se rebajan sensiblemente.