Entre pelícanos, iguanas y ballenas
La Ruta Quetzal BBVA 2013 se sumerge en el Mar Pacífico y visita Taboga, la 'Isla de las Flores'
PANAMÁActualizado:Una pequeña barca a motor, 'Valeria', sale de la playa de la isla de Taboga, también conocida como 'Isla de las Flores'. A bordo, diez participantes en la Ruta Quetzal BBVA 2013 disfrutan del salitre y del viento en la cara, bien pertrechados con sus chalecos salvavidas. Dan una vuelta de 360º a una isla en la que vivió el pintor postimpresionista Paul Gauguin y también el conquistador Francisco Pizarro, entre otros personajes históricos. Poco a poco más barcas van transportándolos a todos para disfrutar de una actividad que no implica caminar sobre pies doloridos. A una hora en barco de Ciudad de Panamá, Taboga está casi desierta, a excepción de sus habitantes, que no alcanzan los 2000 y no bastan para llenar sus calles. Una anciana dependienta con el rostro tostado por el sol pasa el rato en su kiosko de madera, asomada entre dos piñas para ver pasar a la comitiva de 227 jóvenes de 50 países.
Es éste, pues, un reducto de tranquilidad con aires marineros. En vez de lagartijas, es fácil encontrarse un gran cangrejo en las rendijas de los muros que surgen aquí y allá por las calles de cemento. Los carteles de anuncios están pintados a mano, y en su muelle, los pescadores locales se afanan en capturar corvinas. Un lugar, por tanto, sirve de escenario para actividades deportivas como la esgrima, el aeróbic o el voleibol. Han conocido la playa de noche, en un pequeño tour de mano del alcalde, pero cuando más la han disfrutado ha sido con el baño del día siguiente. Todo han sido saltos, bailes y saludos para las cámaras entre ola y ola. Quién sabe si de sus maltrechos pies se han escondido ejemplares de estrellas de mar como las que el día anterior pudieron tocar en el Centro Natural de Punta Culebra, un lugar administrado por el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales y que abarca en sus instalaciones de acuarios, playa, senderos y museo la biodiversidad de los trópicos y su conservación. En la práctica, esto quiere decir que los expedicionarios han podido sostener en sus manos una estrella de mar más grande que la mano misma, admirar una tortuga carey que habita en el acuario desde hace 20 años, o fotografiar a los perezosos que dormitan en los árboles. Incluso una espontánea iguana de metro y medio ha decidido hacer su aparición inesperada en mitad del camino, convirtiéndose en la estrella de la visita. Claro que los guías del centro se han visto en la obligación de advertirles que, por llamativa que sea, acercarse de más es poco recomendable ya que se sirve de su gran cola plagada de afilados pinchos para espantar ataques.
De los anzuelos se ha servido Litzander Conde, el panameño de la tribu emberá que participa en la Ruta Quetzal BBVA 2013, para sacar provecho de la clase de pesca que han recibido. Ha sido el único -alumno aventajado- que ha conseguido hacerse con un pez sierra de buen tamaño. "Casi se me escapa. Nunca había pescado algo tan grande porque nosotros solemos usar anzuelos más pequeños", explica el joven, habituado a subsistir en el medio natural en el que vive, la Selva del Darién. Luego la prepararon, pero el resultado le supo un poco soso. "Le faltaba el ajo molido, caldo rica y harina", critica desenfadadamente, refiriéndose a la manera en la que los indios panameños preparan estos manjares del mar. En la barca a bordo de la cual transcurrió el taller se encontraban, asimismo, los asturianos Paloma del Pozo y Francisco Lara, que asistieron atentamente a las indicaciones del pescador local, aunque con menos suerte que su compañero. En lo que sí fueron afortunados fue en el avistamiento de ballenas mientras se hallaban enfrascados en la tarea, un hito digno de verse en el Océano Pacífico. Paloma apenas podía contener la emoción al ver, de lejos, pero de manera muy espectacular, respirar al colosal cetáceo, expulsando una gran cantidad de agua de mar para alegría de los tripulantes. Un 'milagro', según el pescador local, ya que hay turistas que intentan verlas durante todo un día sin lograrlo, y la Ruta Quetzal BBVA 2013 puede decir que lo ha conseguido en apenas dos horas. El resto de la expedición ha tenido que conformarse con avistar una bandada de unos 300 pelícanos y sus crías en el recorrido alrededor del perímetro acuático insular.
En Taboga, los expedicionarios han asistido asimismo al relato de la historia de la perla ‘Peregrina’, de boca de Carmen Mena, Doctora y Catedrática en Historia de América de la Universidad de Sevilla. Mena ha ido desgranando los secretos que rodean lo que se acabó convirtiendo en una preciada joya de la realeza europea ('la más pintada', ha manifestado, invitando a los alumnos a fijarse en las obras del Museo del Prado en Madrid, lugar que visitarán próximamente), pero que comenzó con un gran sufrimiento. Asegura esta experta en el área colombiano-panameña que hasta la llegada de los españoles a la zona, la extracción de perlas era una actividad "más de ocio que otra cosa, de hecho, los indios apreciaban más la carne de la ostra que la perla", y que a partir de la conquista se pasó a un sistema de explotación "terrible" que acabó con la muerte de gran parte de los indios de la zona, además de desembocar en la utilización de esclavos negros que resistieran mejor las profundas inmersiones a las que los sometían.
Hora de partir. Los baños en la playa de Taboga mirando al 'skyline' de Ciudad de Panamá y las actividades más lúdicas y deportivas tocan a su fin. El barco leva anclas dejando atrás las bandadas de pelícanos y las ballenas. Toca dejar el Pacífico y volver al Atlántico, dos mares separados, y unidos, por el istmo de Panamá.