Una mujer cien por cien del aparato
La principal candidata para la sucesión fue el parapeto de Griñán en la lucha por hacerse con el control del PSOE andaluz
SEVILLA Actualizado: GuardarPaso a paso y en poco más de un año, Susana Díaz, la consejera de Presidencia e Igualdad, se ha hecho con el mando en plaza del Gobierno andaluz. El presidente Griñán y su círculo de confianza se han ocupado de arroparla y darle los conocimientos y el bagaje técnico y político que precisaba. «Es una esponja», dicen; «le dejas unos papeles por la tarde y a la mañana siguiente se lo sabe todo por complejo que sea». Su instinto natural hizo el resto. Hoy nadie duda de que es la señalada para resultar elegida en unas primarias aceleradas que se intuyen muy bien amarradas en cada una de las ocho provincias, salgan o no candidatos críticos o alternativos.
Susana Díaz fue la pieza clave con la que José Antonio Griñán consiguió hacerse con el control del PSOE andaluz, la que actuó como su parapeto ante los frentes internos que se abrieron en la convulsa transición que provocó la salida de Chaves, la que se llevó buena parte de los golpes y fraguó las nuevas mayorías. El presidente se lo reconoce y vuelve a apoyarse en ella para gestionar el pacto de gobierno con Izquierda Unida y, después, el día a día de un acuerdo que ha tenido sus altibajos, aunque funciona muy bien en buena parte gracias a esa bisagra que ella y Diego Valderas han engrasado. Además, se encarga de la coordinación de la labor del Gobierno y controla qué se cuece en cada consejería, un trabajo que compagina con ser la voz política más alta del Ejecutivo, tras la de su presidente, sin dejar de tener en su mano los hilos del partido, que nunca ha abandonado.
Aún más, ha conseguido un alto nivel de interlocución con la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáez de Santamaría, con quien se entiende muy bien, e incluso se ha paseado por Bruselas como representante de la región andaluza ante el mismísimo presidente de la Eurocámara.
La intensa agenda que ha desplegado en los últimos meses, en la que compaginaba actos institucionales con reuniones de partido, en todas las capitales y en pueblos minúsculos, daba pistas de que la sucesión estaba fraguada. Si en algún momento se la disputó Mario Jiménez, hace tiempo que ella ganó. Al tiempo, ha ido puliendo su fama de joven cachorro de las Juventudes Socialistas, de dura de la película, y se ha hecho con un perfil más suave y un discurso más institucional.
Trianera, nacida en 1974, licenciada en Derecho por la Universidad de Sevilla, se ha criado en el partido, donde milita desde muy joven. Ha sido secretaria de Organización de las Juventudes Socialistas, concejal, teniente de alcalde, delegada municipal en Triana del Ayuntamiento sevillano. Pasaría al Congreso como diputada en 2004, sin dejar la vida interna del aparato sevillano. Ahora es la única miembro del Gobierno que mantiene un cargo orgánico, la secretaría general sevillana.
Del Betis y de la Esperanza de Triana
En el plano corto, Susana Díaz, 39 años, es cordial y despejada. No le importa reconocerse cristiana de base, devota de la Semana Santa, cofrade de la Esperanza de Triana, como no podía ser menos por su identificación con el barrio, rociera, aficionada a los toros y al fútbol, bética de corazón. Le gusta Morante de la Puebla, Cristiano Ronaldo, y sobre todo no disimula sus orígenes, hija de un fontanero de la calle León.
Sin embargo, no le espera un tiempo fácil. Los enemigos dentro de su partido velan armas para plantarle cara. De ellos provienen las principales críticas por no tener oficio fuera de la política, aunque muchos de ellos tampoco lo tengan. En pocos días se sabrá si consiguen o no articular alternativa. Ella, en cualquier caso, se siente dispuesta a afrontar el reto que se le plantea.