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Jason Everman. / Universidad de Columbia
PERFIL

De guitarrista grunge a héroe de guerra

Antes de unirse al Ejército estadounidense, Jason Everman militó en Nirvana y Soundgarden, formaciones de las que fue expulsado

REBECA CORTÉS
MADRIDActualizado:

Es prácticamente un desconocido y sin embargo militó en dos de las bandas más influyentes del mundo: Nirvana y Soundgarden. Pero no fue por mucho tiempo. A juzgar por las declaraciones de sus compañeros, Jason Everman siempre fue de trato difícil y su personalidad depresiva tampoco ayudaba mucho. La música había sido su primera elección. Everman llegó a pagar incluso la cuota de poco más de 600 dólares necesaria para grabar 'Bleach', el álbum debut de Nirvana, y sale en los créditos como guitarrista aunque no tocó nota alguna. Nirvana nunca le devolvió el dinero.

Después de una serie de conciertos, Everman fue despedido. Fue el temperamental Kurt Cobain el encargado de despedirlo, asegurando que era un fan del heavy metal "con un humor muy cambiante". Krist Novaselic, bajista de la formación, diría después: "Hemos tenido algunos grandes espectáculos con Jason. Pero las cosas cambiaron muy rápido".

Tras este varapalo, Everman se unió a Soundgarden como bajiste. Tras miles de notas de bajo y una gira mundial a sus espaldas, el guitarrista se presentó a una reunión con la banda en la que acabaron echándolo. Al parecer, la montaña rusa de emociones que dominaba su vida fue también la razón de su despido, pues sus compañeros tenían problemas para trabajar con él. "Era divertido e ingenioso, pero de vez en cuando su vida se llenaba de nubarrones. Se sentaba en el autobús, enojado, e iba con sus auriculares puestos todo el tiempo", explicó el road manager de Soundgarden en una entrevista al New York Times. Por su parte, Everman había tocado fondo: "Pensé que esto era todo, que esta iba a ser mi identidad". Imaginen: Jason Everman, el tipo que saboreó la antesala del éxito.

En 1993, con 26 años, decidió alistarse en el Ejército estadounidense. La escena era casi cómica. Un guitarrista con camisetas de Motorhead, pelo largo, rubio y con rizos, y varios pendientes en la nariz. Acudió al campo de entrenamiento del Ejército en Fort Benning en Georgia para someterse al curso de formación de 61 días. Al mes de entrenar con los Rangers, la unidad de élite de infantería del Ejército, Cobain se sucidó. Everman nunca mencionó su ilustre pasado pero sus compañeros lo sabían.

Posteriormente, se unió a las Fuerzas Especiales y tras el terrible atentado del 11-S supo que iba a acudir a la guerra. Se convirtió en toda una estrella de la guerra: insignias por el servicio prestado a su país y fotografías con los líderes políticos de su nación son algunos de los reconocimientos que ha tenido.

Pero la historia de Everman no acaba ahí. Dejó el ejército en 2006, y se matriculó en la Universidad de Columbia, en Filosofía. El pasado 20 de mayo se graduó. Después de toda una vida llena de historias para contar, Everman parece haber cumplido todos sus sueños. Ahora cuando le preguntan qué quiere ser, responde sin tapujos: "Probablemente, seré solo un camarero en alguna parte".