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Sociedad

España, a la cola en la inversión en becas

La mayoría de los países de la UE apuestan por un modelo en el que prima el nivel de renta frente al rendimiento académico La dotación para estas ayudas representa el 0,11% del PIB frente al 0,29% de media de la OCDE

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El Ministerio de Educación no ha parado de repetir que la política de becas es una «prioridad» para su departamento. Un mantra con el que sacudirse las críticas por el nuevo endurecimiento académico en el acceso a estas ayudas. El ministro José Ignacio Wert destacó en su última comparecencia que hasta el 71% del presupuesto de la secretaría de Estado de Educación corresponde a esta partida y se ha comprometido en reiteradas ocasiones a mantener el esfuerzo presupuestario. Sin embargo, cuando las cifras se comparan con terceros países la conclusión es poco alentadora: España está a la cola de la OCDE en cuanto a la inversión en becas. Además, la comunidad educativa alerta de que el nuevo modelo que aprobará el Ejecutivo ahondará en la reducción de las cuantías en un momento en el que miles de estudiantes atraviesan -como el resto de la sociedad- una delicada situación económica.

La partida que España destina a becas representa tan solo el 0,11% del PIB. Una cantidad muy inferior al 0,29% de media de los países de la OCDE. Es decir, casi tres veces menos. Más en concreto, la inversión en becas respecto al gasto público en educación supone el 8,6% en España frente al 23% de Dinamarca, el 22% de Italia o el 13,1% de Alemania. La diferencia se debe, en parte, a que las tasas de matriculación en España son inferiores a la de la mayoría de países europeos. Sin embargo, la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE) ya ha advertido de que el incremento producido en el último año en las tasas de matriculación no ha venido acompañado de un incremento de la inversión en becas, poniendo en peligro la continuidad de miles de universitarios. Según un estudio realizado por la CRUE el sistema actual (que ya ha supuesto un endurecimiento del rendimiento al exigir un 5,5 para acceder a la beca) ha dejado fuera a 19.719 estudiantes. El propio Gobierno reconoció un descenso del 5% en el número de becados. Una reducción que todos los expertos coinciden en que se incrementará con los nuevos requisitos.

Fijo y variable

«Las notas son una cortina de humo. Lo fundamental es el tijeretazo que se da a las cuantías de las becas», asegura Ramón Sanz, secretario de Universidades de UGT. En su opinión, más allá de lo mediático de la nota, el verdadero meollo es si las ayudas disminuyen. El nuevo modelo de becas divide las ayudas en un concepto fijo (en función de la renta) de 1.500 euros y uno variable (dependiente del rendimiento) con un mínimo de 60 euros. A esas cifras hay que sumar otros 1.500 euros si el alumno vive en una residencia. Sin embargo, desaparecen ayudas por conceptos como material escolar (hasta 244 euros) o desplazamiento al centro docente (hasta 937 euros en distancias de más de 50 kilómetros).

«Hay que diferenciar entre pagar los estudios y pagar por estudiar», aseguró Wert para distinguir entre las becas concedidas a alumnos con un bajo nivel de renta y aquellas otorgadas por el buen rendimiento académico. El Gobierno asegura que es necesario que los estudiantes correspondan al esfuerzo que realiza la sociedad para mantener el sistema de becas. Un razonamiento que no convence a los sindicatos de la enseñanza. «Lo que está detrás de este decreto es un recorte de las becas», responde Julio Serrano, responsable de política universitaria de CC OO. En su opinión este modelo contrasta con el que rige en la mayoría de países del entorno, donde mayoritariamente prima el nivel de renta.

En Francia se otorga una ayuda que puede ascender hasta los 4.700 euros en función del nivel económico. A esta cantidad un estudiante puede sumar otros 1.800 euros por el rendimiento académico. Algo similar ocurre en Portugal, donde las ayudas para la residencia, el desplazamiento o el material escolar están sujetas únicamente a la renta familiar.

En Alemania las becas básicas también se conceden en función de las condiciones socioeconómicas del alumno. Sin embargo, existen unas ayudas en forma de préstamos denominadas BAFöG. La mitad del importe de estas becas se devuelve cinco años después de terminar los estudios. El resto se condona.

La situación más opuesta se encuentra en el Reino Unido. La gran mayoría de estudiantes británicos abona las elevadas tasas de acceso a la universidad -que pueden costar hasta 11.000 euros- con créditos que concede el Gobierno y que los beneficiarios devuelven tras graduarse y acceder al mercado laboral.