¿El fin de una época?
A los ayuntamientos, convertidos en agencia de colocación del político de turno en muchos casos, les ha llegado el momento de la fuerte resaca tras los excesos
Actualizado: GuardarDe toda experiencia, por muy dura y dramática que sea, siempre se puede extraer una moraleja -si quien la experimenta está dispuesto a aprender de los errores y no quedarse en el simple lamento-. Muchas administraciones locales tuvieron hasta no hace mucho un comportamiento irresponsable, derrochando el dinero que entraba en sus arcas a través de la recaudación de impuestos o de inyecciones de liquidez estatales o europeas. Condenas como las que ha recibido la exalcaldesa socialista de Chipiona, Dolores Reyes, que llegó a contratar a dedo a 345 personas, son la prueba de que los ayuntamientos se reconvirtieron en la agencia de colocación del político de turno. Otro monumento al dispendio sin control fue el Ayuntamiento de Jerez, que durante años de pachequismo fue engordando su plantilla municipal conforme la red de votantes agradecidos se afianzaban para el partido del ahora condenado por prevaricación y expulsado de la Corporación local. Por favorecer sus intereses personales, poniendo a su servicio las herramientas de una administración que debe representar los intereses de todos los vecinos empadronados, también se está investigando al exalcalde de Rota, Lorenzo Sánchez. Representante de una de esas formaciones supuestamente independientes, minoritarias que han copiado lo que no debieron hacer nunca las grandes.
De esos años de excesos ahora vienen los lodos resacosos. Los consistorios se endeudaron y la crisis se llevó la mayoría de sus ingresos. El Gobierno central presentaba el pasado viernes el plan de rescate para los consistorios, que podrán obtener inyecciones de liquidez y mejoras en sus sistemas de pago de la deuda siempre y cuando atraviesen por un valle de lágrimas que discurre inexorablemente por el recorte de gastos -¿menos personal, rebajas de salarios?- y aumento de los impuestos para garantizar el saneamiento de sus arcas. Como ocurriera con los bancos, el ciudadano ahora sale al rescate de sus ayuntamientos.