El presidente de EE UU fue recibido ayer con gran entusiasmo por estudiantes de la Universidad de Johannesburgo. :: JASON REED / REUTERS
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El homenaje a Mandela acapara el protagonismo en la gira africana de Obama

El presidente de EE UU se reúne con la familia del icono sudafricano hospitalizado y habla entre protestas en la Universidad de Soweto

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Solo un visionario como Nelson Mandela podía advertir que aquel recién elegido senador de Illinois tenía estrella. Corría el año 2005 y el héroe sudafricano sabía que no podía concluir su viaje por Washington sin recibirle. Así conoció a Barack Obama. Un breve encuentro informal que hoy adquiere proporciones míticas por ser la única reunión mantenida entre ambos líderes. La joven promesa no le falló. Apenas cuatro años después, hacía historia al erigirse en el primer presidente negro de Estados Unidos. Los deseos del jefe de la Casa Blanca de volver a coincidir con su «gran ejemplo» no pudieron consumarse ayer, pero ello no impidió que le trasladara toda su fuerza tras entrevistarse con la familia del símbolo de la reconciliación.

Aunque han hablado por teléfono en reiteradas ocasiones, los caminos de Obama y Mandela no han podido cruzarse de nuevo. La gran gira del mandatario norteamericano por África se presentaba como la gran oportunidad para celebrar un encuentro que despertaba una máxima expectación. Dos primeros presidentes negros, dos premios Nobel de la Paz. La delicada situación de salud del expresidente, sin embargo, no lo ha permitido. Madiba -como le llaman cariñosamente- permanece desde hace una semana en estado crítico en un hospital de Pretoria a causa de una severa infección pulmonar.

Consciente de los difíciles momentos que atraviesa la familia del líder sudafricano, Obama se desplazó ayer hasta la Fundación Nelson Mandela -situada en el barrio de Houghton, en Johannesburgo- para reunirse con los allegados al exmandatario. «He expresado mi esperanza de que Madiba reciba paz y amor durante el tiempo que pasé con sus seres queridos», explicó. También llamó por teléfono a la mujer del símbolo de la lucha contra el 'apartheid', Graça Machel, la cual no se ha separado en ningún momento de su esposo desde que fue ingresado el 8 de junio. «Los Obama han añadido ese toque de calor personal que les caracteriza», señaló, agradecida por el «consuelo» y el «mensaje de fuerza» que dijo haber trasladado al icono de la reconciliación. «Me siento honrada», añadió.

El presidente sudafricano, Jacob Zuma, quien se reunió instantes antes con su homólogo estadounidense, aseguró que Mandela está «estable» dentro de la gravedad. «Nada ha cambiado hasta el momento, pero esperamos que mejore y salga muy pronto del hospital», afirmó. Mientras, frente al Medi-Clinic Heart de Pretoria los homenajes se sucedieron a lo largo de toda la jornada. Entre cantos, una docena de personas bailaban al tiempo que exhibían pancartas en las que se podía leer: «Nuestro corazón está contigo», «Que Dios te bendiga, Tata».

«Coraje moral»

En la conversación que mantuvieron Zuma y Obama, ambos destacaron los valores que encarna el expresidente sudafricano. «Es una inspiración personal para mí y para el mundo», dijo el jefe de la Casa Blanca al recordar el «coraje moral» del Nobel de la Paz y la «histórica transición hacia la democracia». El presidente estadounidense confirmó además que hoy tiene previsto acudir a Robben Island, para «enseñarles» a sus hijas todo lo que representa Madiba, quien pasó en ese lugar 18 de los 27 años que estuvo en prisión. Durante ese periodo fue obligado a picar piedras, lo que dañó seriamente sus pulmones.

La simbólica estancia en el penal se espera que resulte menos agitada para el mandatario norteamericano, que visitó el campus de la Universidad de Soweto en un clima de protestas. Vehículos antidistubios tuvieron que dispersar a unas 200 o 300 personas que se habían congregado a las puertas del lugar para condenar la política estadounidense. «Detengan a Obama, no a nosotros», «Policía de 'aparthied'», gritaban los convocados, que pretendían impedir el acto que el presidente celebró ante un grupo de estudiantes.

Ante la continua negativa a disolver la concentración, las fuerzas de seguridad decidieron recurrir al empleo de granadas aturdidoras y balas de goma. La batalla campal que se vivió a las puertas del campus contrastó con el ambiente festivo que se respiraba en el interior, donde los jóvenes recibieron a Obama entre aplausos y canciones tradicionales.