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Un grupo de simpatizantes expresan su apoyo al héroe sudafricano a las puertas del Medi-Clinic Heart de Pretoria. :: DYLAN MARTINEZ / REUTERS
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Los Mandela arremeten contra la prensa internacional

La hija mayor del expresidente sudafricano califica de «buitres» a los periodistas que esperan noticias a las puertas del hospital de Pretoria

IVIA UGALDE
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Las decenas de periodistas que acampan desde hace días frente al hospital de Pretoria donde se encuentra ingresado Nelson Mandela hicieron estallar ayer en ira a la familia del expresidente sudafricano. «Se comportan como buitres. Es como si esperaran que un león devore a un búfalo para poder comerse su esqueleto», denunció Makaziwe Mandela, la hija mayor del icono de la lucha contra el apartheid a la radiotelevisión pública SABC. Da igual el interés que suscite en el mundo entero el héroe nacional de la reconciliación. El círculo cercano del Nobel de la Paz exige límites. Intimidad.

Visiblemente contrariada por el progresivo deterioro que experimenta el exmandatario de 94 años a causa de una severa infección pulmonar, Makaziwe reconoció a la salida del centro médico que su padre continúa en estado crítico y «cualquier cosa puede ocurrir de forma inminente». «No voy a mentir. Esto no pinta bien. Pero si hablamos con él, intenta abrir los ojos. Todavía sigue aquí», explicó. La Presidencia, por su parte, evitó dar detalles en un escueto comunicado en el que informaban que, pese a la gravísima situación, Madiba -como le llaman cariñosamente- se encuentra ahora «estable».

El intento de las autoridades por insuflar tranquilidad convivió con el malestar que por primera vez mostraron los Mandela hacia la prensa. «Son un estorbo. Uno ni siquiera puede entrar o salir del hospital», aseguró Makaziwe. La mayor de las hijas del primer presidente negro de Sudáfrica lamentó el «mal gusto» de los medios por dirigir, en su opinión, una invasiva cobertura desde que el emblemático líder fue ingresado de urgencia el 8 de junio. «No quiero decir esto, pero lo voy a hacer: hay un cierto elemento racista porque están traspasando muchas fronteras», dijo al señalar que cuando falleció en abril la ex primera ministra británica Margaret Thatcher no hubo tal asalto a la privacidad. «Es la impresión que tenemos en la familia, sentenció.

Conscientes del empeoramiento que ha sufrido en las últimas horas el expresidente, las muestras de apoyo y los rezos se entrelazaron en las calles con un sinfín de rumores que a lo largo del día apuntaban a un posible fallecimiento del luchador que acabó con el régimen segregacionista del apartheid. A las puertas del hospital, decenas de seguidores se mantenían expectantes, algunos envueltos en lágrimas, mientras otros llevaban flores y rendían tributo al Nobel de la Paz frente a su residencia de Johannesburgo. «Ponte bien Madiba. Sé fuerte», rezaban algunos de los mensajes escritos en pequeñas piedras junto a la entrada de la vivienda.

Respiración asistida

El optimismo que abrazan algunos fieles al héroe de la reconciliación pierde terreno ante las crecientes voces de resignación y dolor. Entre ellos se encuentra Ida Mashego, que a sus 60 años trabaja como limpiadora en el distrito financiero de Sandton. «Mandela es muy mayor y a esas edades la vida no es buena. Sólo rezo ahora para que Dios lo acoja. Él debe irse. Necesita descansar», afirmó a Reuters. Su postura es compartida por la profesora Nthabi Chauke, que ayer aguardada noticias frente al hospital Medi-Clinic Heart de Pretoria. «Este gran hombre luchó por que una mujer negra como yo pudiera moverse en sitios que únicamente estaban permitidos a los blancos. Ahora sé qué clase de libertad anhelaba y por eso vengo aquí a darle las gracias».

A pesar de que el Gobierno se había negado a dar detalles sobre los tipos de cuidados que precisa Mandela, uno de los jefes del clan reconoció a la AFP que el exmandatario requiere respiración asistida. «Sí, está necesitando máquinas para sobrevivir», afirmó Napilisi Mandela. «Es triste pero ¿qué podemos hacer?», se preguntó. La incertidumbre, entretanto, emerge con fuerza y las preguntas sobre qué ocurrirá tras la muerte del héroe sudafricano se multiplican. Y es que, aunque retirado de la política desde hace más de una década, el Nobel de la Paz es el símbolo que mantiene viva la llama de la reconciliación en Sudáfrica.