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:: ILUSTRACIÓN MIKEL CASAL
ESPAÑA

De los días de esquí a las noches en Soto del Real

La farsa de quien se considera a sí mismo como un infalible hombre de negocios llegó a su fin tras cuatro años en el punto de mira judicial Luis Bárcenas extesorero del PP

MELCHOR SÁIZ-PARDO
MADRID.Actualizado:

Aquellos días de lujo, cenas caras y continuos viajes a Suiza no quedan tan lejos. Hace solo algunos años, los propios gestores del Lombardier, uno de los más exclusivos bancos del país helvético, se mostraban sorprendidos en sus memorándum confidenciales sobre el nivel de vida de Luis Bárcenas. «El cliente viene regularmente a Ginebra para entregarse a su pasión, el esquí y el alpinismo», recogían los empleados, boquiabiertos, en esos documentos.

Ese cliente VIP que aprovechaba sus visitas a Ginebra en las que llevaba maletines cargados de dinero para esquiar en Avoriaz, Val d'Isère, Tignes o Zermatt ayer ingresó en la cárcel madrileña de Soto del Real, con mucho menos equipaje que en aquellos costosos viajes gratis total en compañía de Francisco Correa y el exmarido de Ana Mato, Jesús Sepúlveda, a Laponia. El mismo Luis Bárcenas que, ante esos mismos gestores, fanfarroneaba de tener prisa porque esa misma noche, junto a su esposa, Rosalía Iglesias, tenía reserva en Chez Bacchus, uno de los más caros y lujosos restaurantes de Lyon.

La farsa del hombre de negocios hecho a sí mismo gracias a su olfato en la bolsa, su éxito en la construcción y su buen hacer en el mercado del arte internacional llegó a su fin ayer en Soto, donde los manteles de hilo del Bacchus fueron sustituidos por bandejas metálicas. No obstante, en realidad, el principio del fin empezó a labrarse en febrero de 2009 cuando Baltasar Garzón comenzó a señalar al entonces tesorero del PP como principal beneficiario de las comisiones de la trama 'Gürtel'.

Fue por entonces cuando la impostura empezó a deshacerse. Hasta los siempre 'crédulos' bancos suizos empezaron a pensar que el hombre que había amasado en el Lombadier y el Dresdner hasta 48,2 millones de euros no era del todo trigo limpio y que la «persecución política» de la que se quejaba ser objeto era bastante improbable en una democracia consolidada como la española.

Los mismos gestores que antaño le regalaban bombones cuando Bárcenas ingresaba en 'cash' millones, comenzaron a pensar que no era normal que durante más de una década ese senador español casi desconocido apareciera con bolsas llenas de dinero. Es más, que no era demasiado creíble que siempre fuera capaz de quintuplicar cualquier inversión en un de viejo cuadro de un artista flamenco o que tampoco era lógico que cada euro que invertía en terrenos se multiplicara automáticamente por cien. Los días de rosas y vinos, de expediciones a las más altas montañas para hacer descensos increíbles, comenzaban a ser cosa del pasado, pero no del todo. Durante los tres últimos años, Bárcenas -al mismo tiempo que se dejaba la vida por sacar su fortuna a otros paraísos más lejanos en Estados Unidos, Bahamas o el Cono Sur- siguió viviendo como el rey que creía ser. Un viaje a Argentina para mezclar diversión y negocios, otro viaje más a Suiza para ponerse las tablas de esquí y aprovechar a sacar otras varias decenas de miles de euros.

Incluso el pasado febrero, solo unos días después de que las autoridades suizas comenzarán a poner la última puntilla al ataúd judicial de Bárcenas con la comisión rogatoria que revelaba que tenía 22 millones de euros en el país centro americano, Luis Bárcenas se fumó un puro. Se fue a Vancouver, a Canadá, a 'celebrarlo' con una jornadas de heli-ski, el costoso deporte consistente en descender por pistas vírgenes a las que solo se puede llegar con medios aéreos.

Dicen quienes le conocen que más que las últimas revelaciones sobre su fortuna escondida le ha dolido quedarse sin pasaporte a su vuelta de Canadá, cuando al juez ya le pareció excesivo que el imputado siguiera moviéndose con total impunidad por medio mundo mezclando el placer y sus particulares 'negocios'.