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Juan Ignacio Arrieta (dcha.), en febrero de este año. :: EPA
Instituto para las Obras de Religión

El Papa encarga a un obispo español destapar los secretos del banco vaticano

Francisco nombra a Juan Ignacio Arrieta al frente de una comisión auditora que investigará el IOR para decidir el futuro de la polémica entidad

ÍÑIGO DOMÍNGUEZ
ROMA.Actualizado:

El Instituto para las Obras de Religión (IOR), el controvertido banco vaticano, tiene los días contados, al menos como se conoce hasta ahora, y su fin será uno de los grandes símbolos de la revolución de Francisco. El Papa, que hace dos semanas nombró un prelado 'infiltrado' en la entidad para que le informara de primera mano de su gestión, terminó ayer de intervenir el IOR al crear una insólita comisión pontificia cuya misión será destriparlo de arriba a abajo, una auditoría en toda regla para sacar sus secretos a la luz de una vez por todas. Así espera hacerse por fin una idea de lo que tiene entre manos y luego decidirá qué hacer con el instituto, uno de los pilares de su gran reforma de la Curia. Al frente de la comisión, de cinco miembros y duración limitada hasta que entregue su informe, Bergoglio ha colocado al obispo vasco Juan Ignacio Arrieta Ochoa de Chinchetru, del Opus Dei, que ejercerá como coordinador y jefe operativo a todos los efectos.

Como explicó ayer la nota escrita por el propio Pontífice, con un inédito y solemne plural mayestático alejado de su estilo campechano, Arrieta tendrá «poderes ordinarios de delegado y actúa en nombre y por cuenta de la Comisión en la recogida de documentos, datos e informaciones». El presidente será el cardenal salesiano Raffaele Farina y el secretario, el estadounidense Peter Bryan Wells, de la Secretaría de Estado. Los otros dos miembros son el cardenal francés Jean-Louis Pierre Tauran y Mary Ann Glendon, jurista católica y exembajadora de EE UU ante la Santa Sede. El vitoriano Arrieta, secretario del Pontifico Consejo para los Textos Legislativos desde hace seis años, es un jurista y experto en derecho canónico. Tiene un perfil académico, no económico, y para los números se valdrá probablemente de asesores. Lo que de él se espera más bien es que determine cuál puede ser el encaje legal del IOR, si es que lo tiene, en la nueva Iglesia regenerada que quiere Francisco, y cómo debería cambiar para despojarse de los lastres y vergüenzas del pasado.

La fama del banco es pésima desde los ochenta, cuando se vio implicado en la quiebra del Banco Ambrosiano y quedó en evidencia que sus peculiaridades -cuentas secretas, total opacidad, libre movilidad de capitales al extranjero- habían servido a la Mafia y a la corrupción italiana para blanquear dinero. Periódicamente el IOR es tocado por escándalos. Ha sido un tabú intocable durante cuatro décadas, pero eso se ha terminado, pues el Papa sabe que es una de las mayores lacras para la credibilidad de la Iglesia. Francisco señaló ayer con lenguaje aterciopelado pero inequívoco que la tarea de la Comisión será «recoger puntuales informaciones sobre la posición jurídica y las actividades» del ente para «una mejor armonización con la misión universal de la Sede Apostólica». El objetivo es, dijo con una frase muy afilada, «consentir a los principios del Evangelio permear también las actividades económicas y financieras». Y hubo una directriz contundente: «El secreto de oficio y otras posibles restricciones establecidas por el ordenamiento jurídico no inhiben o limitan el acceso de la Comisión a documentos, datos e informaciones». Fuera todos los papeles y ya no hay secretos que valgan. Todo el personal del IOR y de la Curia está obligado a colaborar, y quien sepa algo, que hable, pues se admiten declaraciones «espontáneas».

Estados Pontificios

Es el fin de una era. Con origen en el siglo XIX, tras la caída de los Estados Pontificios, el capital de la entidad cuajó sobre todo a raíz de la gran indemnización que el Vaticano obtuvo de Mussolini en 1929 para cerrar el contencioso. El IOR como tal se funda en 1942 con Pío XII y crece con la nueva República italiana adquiriendo sus vicios. Pablo VI, amigo de Michele Sindona, el banquero de la Mafia que contrató como asesor, creó el monstruo. Juan Pablo I duró 33 días en 1978 y precisamente la tesis de que fue asesinado se basa en su decisión de hacer limpieza en el IOR. Juan Pablo II tapó el escándalo, protegió a sus responsables y se sirvió de las finanzas vaticanas, por ejemplo, para sostener la oposición al régimen comunista del sindicato Solidaridad en Polonia. Benedicto XVI fue el primero en querer sanear el Vaticano, IOR incluido, y para eso nombró presidente de la entidad en 2009 a Ettore Gotti Tedeschi, el hombre del Banco Santander en Italia. Pero topó con la resistencia interna a la transparencia y los cambios, personificada por el secretario de Estado, Tarcisio Bertone. Acabó defenestrado de mala manera en 2012.