Las alarmas prenden en Egipto por las inminentes protestas contra Mursi
Miles de personas almacenan combustible y alimentos mientras el Ejército se despliega ante la amenaza de una nueva ola de violencia
EL CAIRO. Actualizado: GuardarColas kilométricas en las gasolineras, peleas en los supermercados, donde miles de personas hacen acopio de alimentos y agua para un par de semanas, cajeros automáticos que ya no dan abasto. La alarma se ha extendido en Egipto de cara a las manifestaciones masivas planeadas para este fin de semana contra el presidente Mohamed Mursi, que podrían acabar en enfrentamientos violentos entre islamistas y opositores. Por si la situación acaba fuera de control, muchos ciudadanos se preparan estos días, algunos con pánico, otros por simple contagio. Fuera de la capital, los disturbios se ha adelantado al fin de semana y ayer, horas antes de que el presidente se dirigiera a los egipcios en un esperado discurso, seguidores y detractores de Mursi se enfrentaron en la provincia de Mansura, en el delta del Nilo, dejando al menos dos muertos y más de un centenar de heridos, una pista, quizás, de lo que está por venir.
El Ejército empezó ayer a desplegarse en varias provincias para proteger instalaciones estratégicas e instituciones estatales. Decenas de tanques llegaron a El Cairo en tren para ser distribuidos en los alrededores del palacio presidencial de Heliópolis y otros puntos sensibles como las entradas a la ciudad, y cientos de soldados han sido emplazados para proteger los edificios públicos en caso de que la situación se complique. La presencia de los militares no ha sorprendido. El domingo, el ministro de Defensa y jefe de las Fuerzas Armadas, Abdel Fatah el-Sisi, ya advirtió de que la institución castrense no permitirá que el país caiga en el caos y que intervendrá si es necesario para defender la «voluntad del pueblo».
Las calles de la capital se encontraban ayer colapsadas, especialmente en los puntos cercanos a las gasolineras, donde algunos ciudadanos tuvieron que esperar colas de más de cinco horas para repostar combustible. «Hay mucho miedo de que vuelva a suceder lo mismo que en la revolución, cuando nos quedamos sin gasolina, sin comida y sin dinero», reconocía Nora, una joven contable en el barrio de Mohandisín.
Encabezada por la plataforma ciudadana Tamarrud (rebelión), la oposición ha convocado marchas este domingo hacia el palacio presidencial y Tahrir para exigir la dimisión del presidente y la convocatoria de elecciones anticipadas. En los últimos días han comenzado a instalar tiendas de campaña en la mítica plaza, donde anoche tenían previsto congregarse cientos de ciudadanos para escuchar el mensaje de Mursi, aunque con pocas esperanzas de que pudiera anunciar su dimisión o si quiera alguna iniciativa capaz de calmar los ánimos de sus detractores.
En el discurso, de cuyo contenido no se había filtrado ninguna pista, se esperaba que el islamista hiciera un balance de su año en la presidencia y que achacara la penosa situación de la economía y la peligrosa polarización social al estancamiento político y a las fuerzas del antiguo régimen.
Los seguidores del mandatario, en su grandísima mayoría islamistas de los Hermanos Musulmanes o de las corrientes salafistas, quieren adelantarse a las marchas previstas para este fin de semana y mañana tienen planeado iniciar una acampada indefinida en el barrio de Medinat Nasser, donde hace una semana mostraron músculo con una manifestación masiva.