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El escritor Joël Dicker
Sociedad

El ciclón narrativo de Joël Dicker

La crítica ha situado el singular talento del joven escritor suizo entre Nabokov, Philip Roth y Stieg Larsson

MIGUEL LORENCI
MADRID.Actualizado:

Para algunos toma el relevo del 'Millennium' de Stieg Larsson. Para otros empuña la antorcha de calidad que antes portaron Nabokov, Philip Roth o Hemingway. Todos coinciden en que Joël Dicker (Ginebra, 1985) es el último niño prodigio de la narrativa europea. Con apenas 25 años facturó un superventas que arrasó en Francia -más de 750.000 ejemplares y a un solo voto de ganar el Goncourt- y que extenderá ahora su onda expansiva por medio mundo y en una treintena larga de idiomas. Dicker es el autor de 'La verdad sobre el caso Harry Quebert', un novelón de casi setecientas páginas de esos que el lector se bebe agradecido, entusiasmado y sin desmayo. En España, y para toda América, lo publica Alfaguara, sello que pujó fuerte y se hizo con los derechos de este raro y apasionante 'thriller' al que la crítica gala colgó el marchamo de alta calidad y en el que el humor, la intriga y las piruetas argumentales se suceden sin tregua.

Con un físico entre David Beckham y James Dean, una sonrisa tan franca como su mirada, un apasionado discurso y exquisitos modales, asegura Dicker que «soñaba desde niño» con el éxito del que disfruta ahora en plenitud. Con 28 años recién cumplidos, le parece «más propio de una estrella de rock, que es en realidad lo que quise ser». Explica que 'La verdad...' «es una novela de aprendizaje», una revisión del clásico dúo maestro-alumno armada con los mimbres de la intriga. Es un producto «extraño, difícil de definir incluso para mí», reconoce. Es una eficaz maquinaria narrativa que cautivó a sus editores suizos y franceses y que reventó las pujas en la feria de Fráncfort. La novela «a la americana» de un talento suizo que escribe de maravilla, que pronto veremos en el cine y que asegura «no haber escrito un novela policíaca, ya que no se centra en la investigación». «Un libro no es una ciencia y es imposible saber por qué triunfa, pero si sé que un libro no se puede hacer con el único objetivo de triunfar», anticipa.

Su desafío narrativo comenzó como una novela de suspense «para acabar siendo un mezcla de géneros y estilos», según su autor. Salta con soltura de la alambicada redacción de los informes policiales, al registro periodístico de las entrevistas, informaciones y artículos de prensa que intercala, al diálogo inteligente y ágil o a la ortodoxia novelesca. Ha compuesto además una rica galería de casi una treintena de personajes que ofrecen distintos prismas de la misma y compleja realidad en la que se suceden los giros más inesperados y que amalgama el humor, «que es para mí una filosofía de vida».

El protagonista es Marcus Goldman, alias 'el formidable', joven narrador que, como Dicker, ha pegado en su debut un campanazo que le hará millonario, pero que sucumbe al síndrome de la página en blanco ante su esperada segunda novela. Aterrorizado, recurre a su maestro y mentor Harry Quebert, profesor en una universidad de segunda de Nueva Inglaterra en la imaginaria ciudad de Aurora. En el momento de recibir a su pupilo, el profesor Quebert se convertirá en sospechoso del olvidado asesinato de Nola Kellergam, una 'Lolita' de quince años de la que el docente estuvo locamente enamorado. Su cadáver aparece treinta años después enterrado en el jardín de la casa de Quebert y junto al manuscrito que dio fama al prestigioso profesor y ahora presunto asesino.

«Marcus y yo solo tenemos en común la edad y la determinación de ser escritor y el amor al deporte», concede Dicker, que persiguió el éxito «huyendo de la autoficción». Había publicado cinco novelas -«fracasos aleccionadores» dice- antes de tocar en la diana con esta. Estudió Derecho, pero desde la adolescencia tenía el empeño de convertirse en «estrella de rock, futbolista o escritor» y no fue capaz de encontrar atractivo alguno en el ejercicio de la abogacía. Embarcado en una séptima novela de la que no da pistas, asegura no padecer «la inseguridad» de su protagonista ante su futuro literario y estar «preparado para el fracaso».