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Economia

Los bancos centrales alertan de que el tiempo de las ayudas se acaba

Según el Banco de Pagos Internacionales, no pueden seguir bajando tipos y comprando bonos «sin agravar los problemas ya creados»

M. J. ALEGRE
MADRID.Actualizado:

El Banco de Pagos Internacionales de Basilea (BPI), que es el banco central de los banqueros centrales, afirma que ya se ha acabado el tiempo de las ayudas a los países en dificultades. Las instituciones monetarias de todo el mundo «no pueden seguir bajando los tipos de interés y comprando bonos soberanos sin agravar los problemas que ya han creado» con estas políticas, advierte en su informe anual, dado a conocer ayer. Asegura que ahora toca retirar los estímulos monetarios, y su director gerente, el español Jaime Caruana, reconoce que este repliegue no va a estar libre de dificultades.

El BPI hace este llamamiento a la marcha atrás cuando una serie de países europeos como España o Italia siguen necesitados de actuaciones extraordinarias de su banco central. Los expertos en los mercados atribuyen la relativa tranquilidad actual en la crisis europea de la deuda a la persistencia de los ecos del anuncio del gobernador del Banco Central Europeo, Mario Draghi, cuando afirmó, tajante, que haría lo necesario para preservar el euro. Sus palabras hicieron el milagro de que, poco a poco, la prima de riesgo de España fuera retrocediendo de rozar los 650 puntos básicos hasta menos de la mitad de esa magnitud.

Pues bien. Según el informe del BPI, la expresión «en cuanto haga falta», referida a medidas de los bancos centrales dirigidas a evitar el colapso del sistema financiero, se ha convertido en una consigna para arengarles a persistir en sus medidas extraordinarias. Pero añade que ya hemos pasado el punto álgido de la crisis y la prioridad ha cambiado: ahora consiste en lograr que las economías rezagadas recobren un crecimiento sólido y sostenible. Se trataría de «actuar con responsabilidad para reforzar el crecimiento y evitar así una juste más costoso en el futuro», en palabras de Caruana.

Por eso el BPI llama a los bancos centrales a «instar a las autoridades a acelerar las reformas en los mercados laborales y de productos» y a desengañarles de la idea de que hacerlo más tarde «resultará más fácil». «Los bancos centrales no pueden remediar la situación financiera de los hogares, ni sanear los balances de las instituciones financieras, ni garantizar la sostenibilidad de las cuentas públicas. Y, sobre todo, no pueden introducir las reformas estructurales necesarias en materia económica y financiera para que las economías retomen la senda del crecimiento real que las autoridades y ciudadanos esperan», añade. Y es que la política acomodaticia «ha dado más tiempo». Pero no se ha hecho buen uso de ese tiempo.

El progreso ha sido lento, intermitente y desigual entre países. Hogares y empresas piensan que «si esperan», volverán a crecer sus ingresos y beneficios. Los gobiernos confían en que «si esperan», la economía crecerá, y se reducirá el desfase entre deuda y PIB. Los políticos confían en que «si esperan», volverá el crecimiento y restará urgencia a las reformas de los mercados de trabajo y de productos. Pues no. «Mantenerse a la espera no facilitará las cosas, sino que se desvanecerán el apoyo y la paciencia de la opinión pública», dice el informe.

El sistema financiero se recupera gradualmente de la crisis y los bancos avanzan en el fortalecimiento de sus balances, si bien a un ritmo desigual entre países, opina el BPI. Expone que la futura estabilidad del sistema depende de que «los bancos concluyan este proceso, las autoridades lleven a término su agenda de reformas reguladoras y garanticen su aplicación coherente en las distintas jurisdicciones».

Exámenes «cruciales»

Advierte, no obstante, de que la incertidumbre sobre la calidad de los activos bancarios sigue siendo un importante motivo de preocupación en Europa: Estados Unidos va por delante. El próximo examen de estos activos y las pruebas de tensión de los bancos europeos «resultarán cruciales» para garantizar la calidad del reconocimiento de pérdidas y saneamiento de balances e implicarán la introducción de «contrafuertes» adecuados.

La panorámica que muestra el BIP revela los esfuerzos de los bancos españoles. La comparación con los alemanes, por ejemplo, es reveladora. En los españoles, el beneficio antes de impuestos, que entre 2000 y 2007 fue equivalente al 1,29% de sus activos, se desplomó hasta el 0,08% en 2012. En las entidades germanas, solo bajó del 0,26% al 0,09%. Pero la gran diferencia radica en las provisiones para incobrables, que en bancos españoles se movió entre el 0,37% de los activos en media de 2000 a 2007 para escalar el 1,49% en 2012. En las entidades alemanas, por el contrario ha bajado del 0,18% al 0,13% en este mismo plazo.

El informe admite que bancos de todo el mundo han mejorado sus coeficientes de capital a un ritmo superior al establecido en los regímenes de transición de Basilea III. Pero a un grupo de bancos grandes, llegar en 2019 al 7% de capital básico con los exigentes criterios previstos les supondrá prescindir de la mitad de sus beneficios conjuntos netos y a otro grupo de entidades más pequeñas les privará del 70% de sus ganancias.