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Miguel Narros, en las tablas, en una imagen del año 2006. :: JOSÉ MARÍA BARROSO
Sociedad

El gran adaptador

Muere a los 84 años el director Miguel Narros, referente del teatro contemporáneo español

LUCÍA PALACIOS
MADRID.Actualizado:

Rezumaba teatro por los cuatro costados. Y, como todos los grandes, se murió con las botas puestas. Miguel Narros, el director de referencia de la escena española contemporánea, falleció ayer a los 84 años, justo una semana después de estrenar su último trabajo, 'La dama duende', la adaptación de Pedro Villora de la obra de Calderón de la Barca. A este montaje dedicó su último aliento, y el teatro de Alcalá de Henares tiene el honor de haber sido el último escenario al que se ha subido. Él se va, pero su montaje recorrerá la geografía española este verano mostrando esa visión tan peculiar que él tenía del teatro «como un ser vivo». Solo una afección pulmonar consiguió alejarle de las tablas, su gran pasión, a la que ha dedicado toda su vida, y le obligó a ingresar el pasado martes en la madrileña clínica Quirón, en la que falleció en la mañana de ayer a consecuencia de un paro cardíaco.

El Teatro Español de la capital, que dirigió en dos etapas de su vida, abre hoy sus puertas para instalar, desde las 10 hasta las 16 horas, la capilla ardiente de este animal de la escena española de las últimas cinco décadas. Después, será incinerado en una ceremonia íntima.

Nacido en Madrid el 7 de noviembre de 1928, Narros siempre tuvo clara su vocación y, tras estudiar en el Real Conservatorio de Música y Declamación, se trasladó, con solo 23 años, a París, donde trabajó con el director del Teatro Nacional Popular Jean Vilar. En la capital francesa se relacionó con los actores Gérard Philipe, María Casares y Jeanne Moreau.

Ya de regreso a España, conoció distintas facetas del teatro, puesto que comenzó su carrera como actor, figurinista y escenógrafo, antes de dedicarse en cuerpo y alma a la dirección escénica. Él consiguió cambiar esa visión que existía hasta los 50 de que los actores se autodirigían y demostró la importancia de que alguien desde fuera manejara la obra.

Narros se adentró hasta mediados de los setenta en el mundo de la escenografía de la mano del arquitecto y escenógrafo italiano Andrea D'Odorico, con quien fundó la efímera compañía Teatro del Arte en los ochenta. Pero antes, con William Layton y el director José Carlos Plaza, promovió el Teatro Estable Castellano (TEC), que, pese a irrumpir con fuerza en la escena madrileña a finales de los setenta, tuvo también una breve existencia.

Además de ser el director del Teatro Español en dos periodos (de 1967 a 1971 y de 1984-1989), también llevó las riendas en los noventa del Teatro María Guerrero, sede del actual Centro Dramático Nacional (CDN). Además, en esos años fue profesor de Interpretación en la Real Escuela Superior de Arte Dramático.

Amor por los maestros

Su amor por los grandes maestros de la literatura le convirtió en uno de los directores que mejor ha sabido representar a los clásicos, cuya pervivencia siempre ha defendido con uñas y dientes. A ellos se dedicó especialmente: desde Shakespeare ('Macbeth', 'Rey Lear') a Pirandello ('Seis personajes en busca de autor'), pasando por Lope de Vega ('El caballero de Olmedo') y Calderón ('El gran mercado del mundo'), hasta llegar a García Lorca. Con 'Yerma', la obra del poeta granadino por la que sentía una especial predilección, realizó su última gira. Durante la presentación de esta adaptación, expresó su visión del teatro: «Una representación nace cada día, y se van encontrando en ella nuevas cosas. Lo importante es jugar con la verdad, porque es así como ésta sale». Su enfoque academicista, pero con algunos toques de atrevimiento, fue su seña de identidad.

Su prolífica obra, con más de un centenar de adaptaciones, le permitió obtener también importantes galardones, como el Premio Nacional de Teatro, que recibió en dos ocasiones (1959 y 1986); el Premio del Espectador y la Crítica, el Premio del Festival de Almagro, la Medalla de las Bellas Artes (2001), el Max de Teatro en su categoría de director (2002) y el Max de Honor en 2009. También tiene el honor de haber sido nombrado Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia.