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Una mosso d'Esquadra retira las esposas a Joan Vila durante el juicio. :: ROBIN TOWNSEND / EFE
ESPAÑA

Condenan a 127 años de cárcel al asesino en serie de Olot

El tribunal considera que Joan Vila actuó con alevosía y ensañamiento al dar muerte a once ancianos ingresados en un geriátrico

CRISTIAN REINO
BARCELONA.Actualizado:

Joan Vila, el celador de Olot, ya no podrá cumplir su principal deseo: cuidar de sus padres para evitar que tengan que ingresar en una residencia de la tercera edad. La Audiencia de Gerona le condenó ayer a 127 años y seis meses de cárcel por el asesinato de once ancianos. La pena, que llega diez días después de que un jurado popular le declarase culpable, es sensiblemente inferior a los 194 años que pedía el fiscal y en la práctica quedará reducida a un límite máximo de cumplimiento, según la legislación española, de 40 años. Por tanto, Vila, que tiene 47 años, puede que permanezca el resto de su vida en la prisión salvo que cumpla la promesa que hizo en la única entrevista pública que ha dado desde que fue detenido en 2010: «Si me caen más de 25 años, me voy con Paquita, Sabina...».

Paquita, Sabina, Montserrat, Joan, Lluís, Carme, Montserrat, Isidra, Teresa, Francisca y Rosa son los once ancianos que Joan Vila mató mientras trabajaba en el geriátrico La Caritat, en Olot (Gerona), entre agosto de 2009 y octubre de 2010. Él confesó todos los asesinatos, pero dijo que no tenía la sensación de estar haciendo nada malo, sino que lo hizo por humanismo, para ayudarles y no verles sufrir. El jurado popular no le creyó y ahora la sentencia, dada a conocer ayer, afirma que queda probado que Vila utilizó ácido desincrustante, lejía, insulina o una mezcla de barbitúricos triturados, según el caso, con la «intención de acabar con la vida» de las once víctimas. El asesino en serie más prolífico del siglo XXI en España sabía perfectamente lo que hacía y aunque tenía algún trastorno de personalidad, como autoestima baja u obsesión, en absoluto sufría una «alteración psíquica que minaba significativamente su capacidad de comprender la gravedad de sus actos», según intentó justificar su abogado.

El fallo entiende asimismo que los once crímenes se cometieron con alevosía y tres de ellos además con ensañamiento, ya que Vila les hizo ingerir ácido o lejía. En el caso de la última víctima, Paquita Gironés, la sentencia añade el agravante de «crueldad», ya que, según el juez Ildefons Carol, con la ingesta de un producto desincrustante de limpieza le «provocó de manera deliberada un sufrimiento extraordinario». La anciana murió en el hospital donde los médicos de guardia del centro hospitalario sospecharon que esta anciana podía haber fallecido de una muerte violenta tras observar que tenía quemaduras en la boca y la lengua. Su muerte destapó el proceso y abrió la investigación por el resto de fallecimientos que se habían producido en el geriátrico y que hasta entonces se consideraron por causa natural.