El gran tatuaje de la NBA
Chris Andersen, la estrella que de niño vivía en la miseria, coqueteó de joven con las drogas y ahora es la atracción de los Miami Heat
MADRIDActualizado:Cuando era un niño tuve que robar comida para mi madre y mis hermanas. Había días que me colaba en las granjas para ordeñar a las vacas y poder llevar leche a casa...». No muchos años después, aquel zagal (ya convertido en veinteañero) ganaba millones de dólares y levantaba pasiones en las canchas de baloncesto de Estados Unidos. Entre el pequeño ratero y el gigante de oro media una historia de superación, que incluye momentos dramáticos. Chris Andersen (California, 1978) es uno de esos jugadores que no puede compararse con LeBron James o Kobe Bryant por sus virtudes baloncestísticas, pero al que los fans jalean igual. Le llaman el 'Hombre Pájaro' por batir los brazos como si fueran alas cuando ejecuta alguna acción reseñable («solo una vez, como el águila, no varias, como las palomas», aclara). Andersen es uno de los más aplaudidos por los seguidores de los vigentes campeones, los Miami Heat, inmersos estos días en la final frente a los Spurs (van perdiendo 2-1). Sus acciones espectaculares, su elevada cresta y un musculado cuerpo de 208 centímetros cosido a tatuajes, le han convertido en una de las fotos más buscadas. Allá donde juegan los Heat, 'Birdman' arrasa.
Andersen se fue llenando de tinta con el paso de los años. De los trazos japoneses que decoraban discretamente sus brazos al comienzo de su carrera en la NBA, allá por 2001 en los Denver Nuggets, ha pasado a estar envuelto en símbolos, textos y dibujos que él define como recuerdos de las etapas de su vida. Alas, cráneos coronados, dados, águilas... y el gran 'Free bird' escrito en su cuello, que recuerda la canción del grupo de hard rock Lynyrd Skynyrd, esa en la que Ronnie van Zant advierte a la chica: «Soy un pájaro libre y no me puedes cambiar». Pero el pívot ha cambiado mucho. Tanto, que ha invertido el proceso de autodestrucción que inició jugando para los New Orleans Hornets (2004-2006) y ahora es un tipo ejemplar.
Pat Riley -el mítico entrenador de los Lakers y ahora presidente del equipo de Miami- decidió incorporar a la franquicia al controvertido jugador. Lo fichó en enero con un contrato de diez días y acabó alargándolo hasta el final de la temporada. Riley sabía que con Andersen fichaba defensa, intensidad e intimidación. Pero no era ajeno a la difícil historia que arrastraba y conocía bien el camino de redención de un jugador que vio cómo las drogas pudieron romper su vida.
Emigrante en China
La infancia de Andersen está marcada por el abandono de su padre y las penurias que pasó junto a sus hermanas y una madre a la que adoraba. La familia vivió al borde de la miseria. Mal estudiante, se saltaba las clases del instituto. Descubrió el baloncesto y se obsesionó tanto por mejorar que las horas que no invertía en los libros las aprovechaba para transformar un enclenque pero espigado cuerpo en una fibrosa escultura juvenil. Tanto llamaba la atención que la gente acudía al gimnasio a ver cómo aquel chaval de clase baja levantaba pesas de decenas de kilos.
Las malas notas de su etapa escolar le impidieron acceder a una universidad de prestigio y, pese a su valía deportiva, tuvo que buscarse el futuro en ligas menores como la china, en donde jugó con los Jiangsu Nangang Dragons, y la liga de desarrollo estadounidense, hasta que los Nuggets le abrieron la puerta de la NBA.
Denver es la franquicia que ha marcado la trayectoria de 'Birdman'. Primero, le dio la oportunidad de participar en el mejor campeonato del mundo y años después le rescató del olvido tras tiempos oscuros y complicados. Andersen obtuvo en la NBA aquello que le había faltado a lo largo de su vida. Llenó sus bolsillos de dólares y le rodeó de personas que le halagaban. El grandullón no supo gestionar el éxito y la bola fue creciendo en su siguiente etapa en los Hornets. Abusó del alcohol y de las drogas, no había fiesta en la que no apareciera y su casa se llenó de botellas vacías de Jack Daniel's. Tanto desenfreno conllevó a una suspensión por dos años en enero de 2006. Entonces, la presencia de su madre volvió a ser fundamental para reconducir su vida. Se instaló junto a su hijo y volvió a convertirse en la referencia vital y en el ejemplo de superación en el que apoyarse. Renació de sus cenizas como el Ave Fénix y trabajó lo indecible hasta regresar al lugar del que su mala cabeza le había alejado.
De la mano de su madre y de su novia ha perdido peso y ha recuperado la alegría en su cara y en el juego. Detrás del 'peligroso' gigante tatuado se esconde un hombre hogareño, que colecciona Harleys Davison y que apenas come algo más que ensaladas. Fuera de la cancha tiene una actitud ejemplar. Modélico atendiendo a los medios, trata a los hinchas con la simpatía de un pariente cercano y ellos se lo agradecen dando más alas al gran 'Birdman'.